La inauguración oficial de la muestra de Palermo 2002 tuvo ayer ingredientes inéditos en el palco oficial de la Sociedad Rural, que terminaron de condimentar el brusco giro a la tradición de las exposiciones que dio el presidente de la Nación, Eduardo Duhalde, al no asistir al evento, y trasladaron el foco del malestar de los hombres de campo al secretario de Agricultura, Rafael Delpech, quien recibió uno de los abucheos más sostenidos que se recuerda. Si bien se esperaban duras críticas de parte del titular de la entidad, Enrique Crotto, la contundencia llegó cuando afirmó que la devaluación del 72,5 por ciento aplicada por el gobierno "trajo consecuencias funestas" y no le tembló la voz al decir que "ahora todos se hacen los distraídos" respecto del tema. El titular de SRA cuestionó también gestiones del gobierno para "encauzar definitivamente las soluciones para la Argentina", en alusión a los millones de hectáreas inundadas y convertidas en improductivas. Explicó que se "perdieron millares de explotaciones" agropecuarias bajo las aguas y que la merma de más de 2 mil millones de litros de leche anuales "ni siquiera despertó curiosidad en las autoridades". Crotto anticipó que "este año la cosecha disminuirá radicalmente, cuando más se necesita su incremento", y consideró que es "ilógico suponer que la Argentina podrá salir del pozo sin una mayor producción". Como prólogo de su último discurso como presidente de la Rural, que finalizaría con aplausos cerrados desde las tribunas y lágrimas en los ojos del dirigente, sostuvo ayer que "todo el campo esperaba que el gobierno estuviera aquí, pero parece que lamentablemente algunos no lo entendieron así", en abierta referencia a la ausencia de Duhalde al acto inaugural de la muestra palermitana. Con tono enérgico y categórico, el dirigente no ahorró críticas al gobierno por la reimplantación de retenciones al agro y, en ese contexto, puso de relieve que se convocó al campo para "apostar a la producción", pero a los pocos días "nos impusieron la rémora y la burocracia oportunista" de esos gravámenes, convirtiendo al país "uno de los que castigan a los que producen". A su turno, el secretario Delpech, formuló -en vano- un discurso de tono conciliador, que fue interrumpido varias veces y que, además, no logró calmar los abucheos, silbatinas y gritos que llegaban desde las tribunas que rodean al picadero central. A lo largo de los 22 minutos por los que se extendió su discurso, el público lo interrumpió en alrededor de 20 ocasiones, según recordaron algunos históricos dirigentes del campo. Luego de su intervención, Delpech afirmó que los gritos y silbidos de los productores "no me sugieren la idea de abandonar el cargo, por el contrario me dan fuerza para seguir trabajando y me afirman en la convicción de que es necesario poner en práctica lo que señalé en mi discurso". (DyN)
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