En agosto de 1992, Antonio Trucha Vanrell recuperó la libertad luego de haber estado detenido ocho meses y 20 días en la alcaidía de la Policía de Santa Fe. Hoy, diez años después, el ex vicegobernador de la provincia no se cansa de proclamar su inocencia en la escandalosa compra de juguetes, sidras y pan dulce que le costó el juicio político y lo llevó tras las rejas a principios de la década del 90. Antes de entregarse estuvo fuera del país más de un año y, por estos días, asegura que su gesto fue "para no perjudicar al peronismo". Dice que no tiene miedo de volver a la cárcel y espera confiado que la Justicia lo absuelva. Mientras tanto, despunta el vicio administrando y gerenciando el equipo de competición de su hermano Carlos. Lejos de los puestos políticos, Nito dedica su vida al automovilismo y late al compás del rugir de los motores del Turismo Carretera, el GTA y el Top Race.
Habla tranquilo y pausado. Tiene 54 años, unas cuantas canas más que hace una década y sigue viviendo en Rosario "en la misma casa de siempre". Allí, la mística peronista flota en el aire. Desde un rincón, un retrato del General corona la entrevista. Y en la pared cuelgan los cuadros de Estanislao López y del Papa Juan Pablo II especialmente autografiado. Un poco más lejos reposa un paraguas de Sportivo Luqueño, un cuadro de fútbol paraguayo que tiene los colores de la camiseta muy parecidos a los de Rosario Central (el gran amor de Nito). Se lo regaló Pedro Marchetta, cuando lo visitó en Paraguay antes de que se entregara a la policía.
"De acá salió gobernador Vernet", dice el Trucha mirando al living de su casa, por el que alguna vez pasaron Carlos Menem, Eduardo Duhalde y un sinfín de dirigentes justicialistas.
Si bien hace diez años que salió de la cárcel, la causa aún se sigue investigando. Es más, Vanrell podría volver a prisión si el juez determina que estuvo involucrado en la famosa compra de juguetes a inexistentes comercios, algunos de ellos con direcciones en plazas o terrenos baldíos.
"Confío en la Justicia y sé que mi papel fue de absoluta falta de responsabilidad en ese episodio", asegura, al tiempo que remarca: "No tengo miedo de regresar a la cárcel".
Volver a empezar
Lo primero que hizo Nito al salir de prisión fue comprar una estación de servicio en Merlo (Buenos Aires). Después, su actividad comercial lo trajo a Rosario. Aquí se encargó de colocar todos los televisores de la Terminal de Omnibus y de informatizarla. Ahora, gerencia el equipo de competición de su hermano Carlos. "La verdad es que estoy abocado de lleno a esta actividad y estamos por cerrar acuerdos con una petrolera y una fábrica de amortiguadores", detalló.
El equipo "Sport" tiene al menos "entre 13 y 14 autos" y se apresta a competir en las categorías TC, Top Race y GTA.
A esta actividad le suma una participación en el gerenciamiento de una plantación de aromáticas en Catamarca. "Fundamentalmente orégano", aclaró.
Se jacta de ser "amigo personal" de Menem y da por descontado que el riojano será "el próximo presidente". Es más, está trabajando a favor de la campaña política de ese sector del peronismo. "Tomé ese compromiso con Menem cuando lo visité en Don Torcuato", señaló. No obstante, adelantó que si el riojano gana no aceptará ningún cargo. "No voy a ser candidato a nada", remarcó.
A renglón seguido, le pegó duro a Elisa Carrió. "Creo que Fernández Meijide fue más auténtica. Carrió hizo un espectacular zig zag para llegar al progresismo. No se olviden que viene del militarismo vergonzante", recordó. De todos modos, opinó que Lilita "no se va a presentar".
Un millón de anécdotas
Nito se reclina en su asiento, ceba un mate y vuelve al ruedo. Recuerda sus años de "exilio" en Costa Rica y Paraguay. "En Costa Rica hay un monumento a Gardel que visitaba todos los lunes con la camiseta de Central que me regaló Pablo Scarabino", dice. En Paraguay, en tanto, "todas las tardes a las 19 caminaba la avenida Perón de punta a punta. Era como un ritual", aseguró.
Por esos días, grabó un video en el que vaticinó la victoria de Carlos Reutemann que lo llevó a la gobernación. Sus palabras fueron escuchadas en un cónclave peronista rosarino.
Los recuerdos de sus meses en prisión también vuelven a su memoria. "Con los presos me llevaba bien. Cuando me fui me aplaudieron, uno me regaló un poema y otro un avión hecho con fósforos que todavía conservo", señaló.
Es más, antes de abandonar la alcaidía, Nito hizo cocinar dos lechones y compartió una gran cena junto a los otros reclusos. Horas después, se calzó un traje de tonos apagados y se fue a escuchar el dictamen de su excarcelación. Fue hace diez años. Ahora gerencia un equipo de competición y asegura que "Menem volverá a ser presidente".