Efemérides rosarinas

Un 4 de agosto

Miguel A. De Marco (h)

De 1927: Biblioteca Popular Proa
Un grupo de vecinos constituyó la Biblioteca Popular Proa, que comenzó a funcionar en el local de Constitución 429. Los presentes firmaron la siguiente declaración: "La biblioteca que hoy fundamos será absolutamente neutral en cuanto a ideas políticas y filosóficas; propenderá en primer término a mantener y fortificar el sentimiento de la nacionalidad, a robustecer la voluntad y el carácter, y a propagar el conocimiento de las letras, las ciencias puras y las ciencias aplicables". La comisión quedó presidida por Cristóbal Bustos. Por su volumen de socios y libros fue calificada como biblioteca de primera categoría. El 26 de marzo de 1976 se integró a la entidad de socorros mutuos Cosmopolita, adoptándose desde entonces la denominación de Asociación Unión Obrera de Socorros Mutuos Cosmopolita y Biblioteca Popular Proa.

De 1902: Escuela de Agricultura de Casilda
Comenzaron los cursos de la Escuela Nacional de Agricultura Libertador General San Martín en la vecina ciudad de Casilda, una de las primeras en su tipo en el país y que contribuyó al desarrollo de toda la región.

De 1952: a pesar del duelo
Se cumplían 100 años de la declaratoria de Rosario como ciudad, en tiempos que millares de rosarinos vivían con dolor la muerte de Eva Duarte de Perón. El periodista Raúl N. Gardelli, desafiando al luto oficial dispuesto por la intendencia, fue el único que se refirió a la historia de la ciudad en tan trascendente fecha en un acto efectuado en Amigos del Arte, de Santa Fe 790. Esta institución estaba presidida por el doctor Angel Chavarri.

De 1977: imprenta regional de Montoneros
El Comando del Segundo Cuerpo de Ejército descubrió la imprenta regional o del Litoral de la organización Montoneros, que funcionaba en un inmueble ubicado en la calle Perú 1450 y en donde se imprimía el material de campaña.

De 1982: el electrobús
La empresa Martín Fierro puso en circulación una unidad de moderna concepción en transporte urbano de pasajeros, el electrobús. Se trataba de un trolebús carente de las lanzas que proporcionaban electricidad. Esta unidad estaba provista de baterías que hacían posible el almacenamiento de energía sin necesidad de los cables. Era más silencioso y permitía aceleraciones más suaves, ahorrando energía. La autonomía del nuevo vehículo era de 60 kilómetros sin necesidad del recambio de baterías, lo que equivalía a dos vueltas a una velocidad crucero de 40 kilómetros por hora. El recorrido fue experimental y en ocasiones se permitió el ascenso de pasajeros sin cobrar pasajes. El sistema fue desarrollado totalmente por ingenieros de la empresa Martín Fierro.

Una imagen de la sala de lectura en los años 40.