La crisis que conmueve a la región se profundizó ayer con la decisión del gobierno uruguayo de decretar un feriado bancario para frenar la corrida sobre el sistema financiero, y con la disparada del real brasileño, que se depreció a 3,36 unidades por dólar. Toda la atención está centrada ahora en el resultado de las negociaciones que los dos vecinos de Argentina están llevando a cabo en Washington para conseguir ayuda financiera del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos emitió ayer un comunicado en el cual señaló que está en "estrechas consultas con las autoridades uruguayas en relación a una solución amplia para las recientes dificultades económicas del país" y agregó que "en un adelanto de esta solución, está listo para apoyar asistencia adicional para Uruguay por parte del FMI y de otras instituciones financieras internacionales".
En Argentina, el primero de los países de la región en colapsar, el impacto de la jornada negra regional fue moderado. Hubo un leve aumento del dólar y el Central intervino pero con resultado a favor en la reservas. El presidente de la autoridad monetaria, Aldo Pignanelli, dijo que julio se convirtió en el primer mes con saldo a favor para el Estado en el mercado cambiario, de 180 millones de dólares.
El funcionario se permitió incluso señalar que, al lado de los vecinos, "Argentina está en una posición mucho mejor". De todos modos, debió aclarar sus dichos del lunes por la noche, cuando aseguró que la situación argentina "era una fiesta" en comparación con el resto.
Feriado oriental
En rigor, las economías del cono sur están asistiendo al peor de los escenarios imaginados: un colapso similar al ocurrido en Argentina en diciembre, con sus consecuencias políticas incluidas.
Presionado por una fuga de depósitos que se comió el 79% de sus reservas, el gobierno uruguayo sorprendió ayer al mercado con el primer feriado bancario en 70 años. Se estima que la medida se podría extenderse por el resto de la semana.
El dólar se disparó ayer en la plaza charrúa, donde tocó por la mañana la marca histórica de 35 pesos, para luego estabilizarse cerca de 30. El riesgo país alcanzó los 3.099 puntos básicos y las reservas internacionales uruguayas se ubicaron en los 655 millones de dólares.
La deuda pública oriental no escapó a la furia de los inversores: lejos del "investment grade" que ostentaba en febrero último , la calificación de los títulos nominados en dólares cayó de "B+" a "B" según la consultora Fitch.
El ministro de Economía, Alejandro Atchugarry, brindó anoche una conferencia de prensa en la que no dio precisiones respecto del futuro de la actividad bancaria, aunque confió en que la tradición de buen pagador de su país le abrirá las puertas a una asistencia financiera internacional extra.
Voceros del Banco Central señalaron que el feriado bancario sólo era por 24 horas pero en el mercado financiero oriental se estimaba que la medida se iba a mantener hasta que el Fondo Monetario responda positivamente al pedido de ayuda extra.
Una misión encabezada por el director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, Ariel Davrieux, se encuentra desde la semana pasada en Washington intentando obtener un adelanto de fondos frescos, por unos 750 millones de dólares.
El gobierno de Jorge Batlle argumentó que el feriado fue dispuesto debido a la suspensión del banco "Montevideo-Caja Obrera", la entidad de la familia Peyrano que cayó en medio de un escándalo. Pero otras versiones indicaban que la medida era la condición del FMI para continuar con las negociaciones.
En ese marco, las especulaciones sobre la próxima imposición de un corralito como en Argentina o la instrumentación de un bono compulsivo para los ahorristas, comenzaron a circular.
Pánico en Brasil
La tensión también se instaló en Brasil, donde el dólar rompió otra marca y cerró a 3,35 reales, mientas que el riesgo soberano llegó a ubicarse al promediar la jornada en 2.408 puntos básicos, aunque después cerró levemente (ver aparte).
Este descalabro se produjo el día después de que se conocieran las declaraciones del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O'Neill, objetando la asistencia financiera a los países del cono sur ya que, aseguró, el dinero de los préstamos después "termina en cuentas suizas".
El revuelo generado por O'Neill llevó incluso a la Cancillería brasileña a reclamar una desmentida oficial y por escrito al gobierno de George W. Bush.
Mientras tanto, una delegación del gobierno de Fernando Henrique Cardoso partió ayer a Washington para negociar un nuevo acuerdo crediticio con el organismo internacional, que podría llegar a 20 mil millones de dólares.