Marcela Isaías / La Capital
"La historia es un instrumento privilegiado para generar vínculos de pertenencia e integración solidaria del individuo a su comunidad", opina la investigadora y docente Patricia Pasquali, cuando se refiere a los motivos que hacen de la escuela un lugar protagónico para conmemorar los 150 años de la declaración de Rosario como ciudad.
Patricia Pasquali es doctora en historia y profesora en el Instituto Olga Cossettini, también miembro de la Academia Nacional de Historia y autora de numerosas publicaciones de su especialidad. Según considera, el papel de los docentes en la enseñanza del pasado de la ciudad, debe apuntar a superar lo anecdótico y los hechos deshilvanados, de manera que los alumnos puedan comprender mejor la comunidad en la que viven y actuar en su defensa.
-¿Por qué es importante que la escuela sea un lugar protagónico en los festejos por los 150 años de declaración de ciudad de Rosario?
-Desde hace tiempo hay una revaloración de la historia local que ha quedado plasmada con nuevos contenidos en las currículas escolares. En ese contexto, la participación de la escuela en esta conmemoración es particularmente insoslayable, porque la elevación de Rosario en 1852 a la categoría de ciudad puede considerarse el principal hito de su historia, ya que marca el momento de su advenimiento a la modernidad. Además, ese reconocimiento conlleva una fuerte carga de simbolismo, porque en gran medida constituyó un merecido premio por el fervoroso apoyo que esta población prestó a la cruzada encabezada por Urquiza contra el régimen autocrático rosista, que había puesto al país al borde la fragmentación política y económica, obturando sobre todo las posibilidades de desarrollo de la región litoraleña al impedir la libre navegación de los ríos interiores.
-¿Qué importancia tiene conocer la historia de la ciudad o comunidad donde se vive?
-Generalmente suele sintetizarse la fundamentación de ese conocimiento en dos razones: una parte del supuesto que en un nivel inicial el educando puede aprehender mejor y más fácilmente lo que constituye su entorno más cercano, para luego avanzar gradualmente en la comprensión de lo más distante en el tiempo y en el espacio. La otra pone el acento en la necesidad primordial de conocer el medio en que el alumno se encuentra inserto, procurando que descubra las notas constitutivas de su identidad local. El error consistiría en que ese conocimiento permanezca limitado a lo puramente local, cuando al alcanzarse un mayor nivel de abstracción es preciso encuadrar la historia de la ciudad, la provincia o la región en los contextos más amplios de los procesos nacionales e internacionales que la condicionan, porque en función de ellos cobrará sentido esa realidad inmediata.
-¿Cuál debería ser el papel del docente en esta enseñanza, a qué cuestiones debe dar prioridad?
-Precisamente, el docente debe procurar que el aprendizaje del alumno apunte a la construcción de ese conocimiento significativo de lo local, que supere la descripción deshilvanada, anecdótica y memorística y lo conduzca a la explicación racional y estructurada de la secuencia temporal de los hechos de su propia historia. Para remitirnos al caso puntual que nos ocupa, la más pormenorizada información relacionada al pronunciamiento rosarino del 25 de diciembre de 1851 producido en el llamado "hueco de Cardoso" -se ubicaba en calle San Luis y Juan Manuel de Rosas- servirá para comprender el por qué de ese alzamiento si no se tienen en cuenta la potencialidad que encerraba Rosario como puerto natural de las provincias en su comercio exterior, impedida de convertirse en una realidad por el monopolio aduanero porteño.
-¿Qué valoraciones debe poder hacer un alumno sobre la historia de su ciudad?
-El alumno debe utilizar el conocimiento de la historia de su ciudad para comprender la sociedad en la que vive y prepararse para actuar en ella, reconociendo cuáles fueron los valores principales que constituyeron su particular idiosincrasia con el fin de comprometerse en su defensa y realización plena. Así, por ejemplo, si nos atenemos al proceso histórico que le dio origen, Rosario se nos presenta como "una urbe hija de su vocación por la libertad y el progreso". Hoy más que nunca, ante la grave crisis que atravesamos, sabemos qué importante es continuar fiel a esa vocación, no bajar los brazos nunca, como corresponde también a otra de las más acendradas características de nuestra ciudad: la de ser hija de su propio esfuerzo. Sin duda, la posibilidad de extraer esas valoraciones es lo que convierte a la historia en un instrumento privilegiado para generar vínculos de pertenencia e integración solidaria del individuo a su comunidad, que favorezcan su proyección futura.
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