El barco alemán Magdalena Oldendorff se quedará a invernar en la Antártida por lo menos hasta noviembre, mientras que el rompehielos argentino ARA Almirante Irízar intentará cruzar la barrera de témpanos de más de 1.000 kilómetros que rodea el continente blanco.
Si el Irízar no puede cruzar la barrera, ya cuenta con dos "puertos de hielo" donde guarecerse hasta noviembre, dijo el jefe de la Fuerza Naval Antártica, capitán de navío Raúl Benmuyal, en diálogo directo por telefonía satelital, desde la nave argentina.
Para evitar ser arrastrados por la corriente, los dos barcos se incrustarán contra el hielo, ya que si quedan a la deriva entre los témpanos, podrían pasar hasta dos años atrapados hasta llegar a salir al norte de la península Antártida.
Desde la sede de la Armada, en el edificio Libertad, los capitanes de navío Javier Valladares y Manuel Picasso detallaron la situación de los dos barcos que se encontraron hace diez días.
Benmuyal, jefe de la expedición Cruz del Sur, dijo que "la decisión de separar los dos barcos fue tomada en forma compartida" con el capitán del barco alemán al advertir que "era imposible marchar uno detrás del otro". Además, la medida fue convenida también con autoridades de la empresa propietaria del Oldendorff y del Estado Mayor General de la Armada, luego de evaluar las difíciles condiciones climatológicas y glaciológicas que enfrentaban ambas naves. El oficial argentino no admitió que fracasó en su misión, por el contrario, señaló que "se cumplió sobradamente" ya que "antes de salir pensábamos que no íbamos a poder abastecer al Magdalena Oldendorff y lo pudimos hacer".
"Acá no hay sorpresas -remarcó- sino años de estadísticas que definían a la situación con la que nos íbamos a encontrar como muy complicada, pero había que tomar el riesgo y cumplir con nuestro deber". Agregó que el barco alemán quedó como "para pasar varios meses" con combustible, alimentos, aceite y medicamentos que le dejaron, además de "cigarrillos, gaseosas y chocolates que pidieron para su bienestar", aclaró Benmuyal.
El marino reveló que "un médico argentino quedó en el barco alemán" y detalló que "antes de dejarlos le hicieron una amalgama en un diente a un tripulante germano" y les ofrecieron a todos "una revisación odontológica preventiva". El Magdalena quedó "embicado -incrustado- en el hielo a la altura del meridiano de Greenwich, protegido de las corrientes, listo para invernar", dijo Valladares.
Después de encontrarse, el Irízar le pasó combustible y alimentos, trató de sacarlo a mar abierto y como no lo consiguió lo volvió a llevar a una bahía y allí quedará resguardado. Antes de dejar al Magdalena, el Irízar le pasó otros 900 mil litros de gasoil y ahora se dedicaba a buscar una salida, solo, navegando hacia el este, con sus helicópteros, tras eludir "bandejones de hielo de casi 10 kilómetros de largo", relataron.
Valladares contó que existe riesgo para los dos barcos de ser atrapados por "la circulación oceánica que va de este a oeste y que puede impedirles salir aún después del próximo verano". En tanto, Picasso explicó que en la Antártida "el hielo crece hasta septiembre y así queda hasta octubre y noviembre".
Finalmente Benmuyal indicó que el barco estaba rodeado por "hielo muy espeso" pero aclaró que el mayor problema era marchar en convoy con el barco alemán, por lo que lo dejó y buscará una salida hacia el este para luego intentar subir hacia el noreste. "En el caso en que esa marcha se complique -advirtió- tenemos dos puertos de hielo posibles, muy seguros, para pasar el invierno". (Télam)
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