Las balas que hirieron a Rubén y Héctor Pinto en barrio Las Flores, cuentan ellos, provenían de unas seis camionetas "identificadas con el distintivo de la policía provincial" en las que se movilizaban agentes vestidos de negro. Los efectivos portaban armas largas y "abandonaron el lugar" luego de efectuar los disparos.
Este episodio ocurrió durante los incidentes de diciembre pasado. Pero en Tribunales consta oficialmente desde ayer. A pesar de que ya transcurrieron siete meses, la denuncia fue radicada en el juzgado de Instrucción en turno porque en su momento no fueron reportados por la policía al juez que investiga la represión durante los saqueos.
La abogada de los jóvenes heridos, Ana María Figueroa, solicitó que los responsables de las lesiones también sean juzgados por los delitos de abuso de autoridad, violación de los deberes de funcionario público, apremios ilegales y abandono de persona.
Rubén Darío Pinto, de 18 años, y su hermano Héctor Angel, de 20, sufrieron ocho heridas de bala. Aún tienen plomos alojados en su cuerpo y deberán someterse a nuevas cirugías para extraérselos. La comisaría actuante no informó del caso a la Justicia. Y la irregularidad se suma a otras omisiones similares detectadas por el juez Osvaldo Barbero, que investiga los sucesos de diciembre.
Por los responsables
La abogada de los jóvenes solicitó a la jueza en turno, Alejandra Rodenas, que sean citados los responsables de la seguridad en esos días -el secretario de Seguridad Provincial, Enrique Alvarez, y el ex ministro de Gobierno, Lorenzo Domínguez- "para que establezcan qué instrucciones impartieron".
La letrada también requirió que se tome declaración al titular de la comisaría del barrio Las Flores y al jefe de la policía local para que determinen "qué policías se encontraban afectados a esa zona de la ciudad de Rosario".
Los Pinto fueron heridos el 19 de diciembre de 2001 cuando volvían a su casa de barrio Las Flores. Rubén andaba en bicicleta y Héctor regresaba caminando de la parada del colectivo luego de asistir a su práctica en el club Rosario Central, donde juega en cuarta división. Se encontraron debajo del puente de la Avenida Circunvalación situado sobre el cruce de España y Previsión y Hogar. Siguieron caminando unas cuadras y en España y Kantuta, al pasar junto a unas gomas encendidas, "sintieron un tremendo dolor que les quemaba el cuerpo. Hicieron unos pocos pasos y cayeron", según detalla la denuncia.
Tras la balacera, los jóvenes fueron trasladados al Hospital de Emergencias por un grupo de amigos. A Rubén Darío le extrajeron tres proyectiles de plomo del abdomen y otro del pie derecho. Estuvo 45 días inmovilizado y todavía no puede realizar esfuerzos físicos, lo que le impide trabajar. Tiene otra bala alojada en la espalda. Según el escrito presentado a la jueza Rodenas, su estado "fue grave y gracias a la urgencia con que fue asistido pudo salvar su vida".
A Héctor una bala le perforó la vejiga y otra el intestino delgado. Se las extrajeron mediante cirugías y aún tiene un proyectil alojado en la nalga derecha. Las cirugías resintieron su participación en las prácticas de fútbol cuando su carrera prometía un pase a primera división. El y su hermano serán sometidos a nuevas intervenciones para extraer los proyectiles que tienen en su cuerpo.