La Justicia porteña liberó de culpa a un joven chino acusado de "homicidio culposo", quien suministró un afrodisíaco promocionado en un diario a su novia para mejorar sus relaciones sexuales, pero la joven murió por la ingesta del fármaco.
El juez en lo correccional Luis Schelgel absolvió a un hombre identificado por sus iniciales YJ, nacido en Pekín, y a la directora técnica de la farmacia en la que fue adquirido el afrodisíaco, que contenía clorhidrato de yohimbina.
En febrero de 1996, el imputado leyó en los clasificados de un diario un aviso sobre la venta de ese fármaco y un número telefónico del lugar que lo vendía. Atento a que por esa fecha era el cumpleaños de su novia, Li Dan "Angélica" Ni, concurrió a una farmacia a comprar el afrodisíaco usualmente vendido en cápsulas, pero una persona a la que no identificó le suministró dos frascos conteniendo un polvo blanco por el que pagó 20 pesos. Los frascos contenían la droga en estado puro, por lo que su ingesta en esas condiciones era altamente tóxica e implicaba riesgos graves para la vida de una persona.
La noche del 21 de febrero, el imputado y su novia concurrieron a un albergue transitorio: "Angélica Li tomó el contenido de uno de los envases. J, al intentar hacer lo propio, encontró un sabor muy desagradable y lo escupió sin llegar a tragarlo", dice el fallo.
Descompensada
"Mantuvieron relaciones sexuales y luego de dormirse, al despertar J advirtió que Angélica se encontraba descompensada", por lo que pidió ayuda al conserje del hotel y con su propio automóvil llevó a su pareja al Hospital Alemán. Tras los primeros auxilios, J aseguró que una enfermera le dijo que podían retirarse, pero poco después Angélica debió ser nuevamente internada ya que sufrió una encefalopatía hipóxica que derivó en un paro cardiorespiratorio que le provocó la muerte el 25 de febrero. El novio de la infortunada y la directora técnica fueron acusados por "homicidio culposo", en tanto que uno de los presuntos dueños de la farmacia permanece prófugo. En el juicio oral, el juez Schelgel entendió que el chino no había incurrido en ninguna acción que lo hiciera punible del delito de homicidio culposo, ya que compró el afrodisíaco en una farmacia en la que en ese momento no estaban trabajando ninguno de los responsables de cuidar la salud de sus clientes.\Pese a que J no lo sabía, cuando compró la droga la farmacia "sólo podía vender medicamentos de venta libre". El juez también entendió que la directora técnica no tenía responsabilidad en la muerte, pues no estaba en el establecimiento en ese momento, y aun cuando hubiera estado, le "era imposible sospechar la maniobra" de quien expendió la droga "y advertir en consecuencia que no podía confiar en que se comportaría de un modo correcto por lo irracional de la misma". (DyN)