La Justicia iniciará una causa de oficio para investigar las denuncias contra una agencia de vigilancia privada, que pertenece a la mujer de un comisario inspector de la policía local, a la que acusan de sembrar el terror en todo un barrio de la zona norte de la ciudad. La intervención judicial se adicionará así al sumario interno que ya ordenó la jefatura de la Unidad Regional II para establecer cuál es la responsabilidad del jefe policial, a quien muchos sindican como el verdadero propietario de la agencia cuestionada.
La investigación judicial se iniciará a partir de las instrucciones que el fiscal de Cámaras José María Peña bajó ayer a la fiscal de primera instancia Liliana Ditaranto. Según pudo saber este diario de fuentes tribunalicias, la idea es impulsar la apertura de un expediente basado en la nota que este diario publicó el domingo dando cuenta de las denuncias contra la agencia.
El caso involucra a la Organización El Sol, que oficialmente pertenece a una mujer pero que en realidad sería del comisario inspector Mario Ceballos, subjefe de la alcaidía de los tribunales. El jefe de la Unidad Regional II de policía, Jorge Pupulín, dijo el domingo a La Capital que en principio la agencia funciona legalmente pero de todos modos abrió una investigación interna para deslindar responsabilidades respecto de Ceballos.
Rudeza y mano dura
El Sol opera en el barrio Parquefield, donde sus agentes se hicieron fama de duros y ya acumularon varias denuncias por lesiones. Estas presentaciones se hicieron ante la subcomisaría 23ª, que es la que tiene jurisdicción en la zona, y también ante la comisaría 30ª. Pupulín ya ordenó que todas esas denuncias -una docena- sean investigadas y ahora debería ocurrir lo propio en la causa judicial que se abrirá a instancias de Peña.
Las denuncias hablan de excesiva rudeza por parte de los vigiladores de El Sol, que aparentemente se dedican a perseguir a cualquier persona ajena al barrio, especialmente cuando la consideran sospechosa.
Las víctimas sostienen que los agentes de esta organización se mueven con absoluta impunidad, aplicando algo así como un código de leyes propias y violando reglas elementales como la circulación a bordo de motos que no tienen patente ni ninguna clase de identificación.
Al comisario Ceballos se lo suele ver fiscalizando el trabajo de sus vigiladores a bordo de dos vehículos que los habitantes del barrio ya tienen bien identificados. Según los indicios recogidos por los propios vecinos, la mujer que figura como titular de El Sol es la concubina del comisario inspector, a quien hasta fuentes policiales atribuyen la titularidad de la agencia. En la subcomisaría 23ª hasta se quejan porque cada vez que citan a algún vigilador por las denuncias de los vecinos, éstos se burlan de ellos alegando que gozan de la protección de alguien con más poder que las propias autoridades de la seccional.