A metros del súper asaltado, en pasaje Paroissiene al 4200, una almacenera trabaja detrás de una puerta de rejas cerrada. "Acá discriminamos y no le abrimos a nadie que no sea conocido. Tenemos nuestros clientes y trabajamos con ellos", dijo con firmeza la dueña, Silvia Botello, secundada por su esposo y una empleada. "Perdemos ventas, pero tenemos que resguardar la vida", explica la empleada, que tiene bien presente los golpes que recibieron en el último asalto, aunque llevan más de diez atracos. Los comerciantes sostienen que el barrio, ubicado detrás de la estación de ómnibus Mariano Moreno, cuenta con buenos clientes, pero que es blanco de ladrones que huyen hacia la villa ubicada detrás de la avenida Pellegrini.
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