Tras 18 días de búsqueda a lo largo del entubamiento del arroyo Ludueña que corre bajo la calle Olivé, buzos tácticos de la policía provincial y bomberos voluntarios de Rosario encontraron ayer el cuerpo de Alan Emanuel Perals, el nene de 7 años que el pasado 9 de julio resbaló en la boca del conducto cuando jugaba con un amiguito y fue tragado por la correntada. A unas diez cuadras del lugar de aquel accidente, y a apenas 200 metros de la desembocadura, el cuerpo de Alan fue hallado flotando entre uno de los ramales del arroyo ubicado debajo de la calle Olivé.
Los familiares del nene, que desde su desaparición hacían guardia junto a la desembocadura del Ludueña, no presenciaron el rescate pero reconocieron el cuerpo del menor. Luego, quebrados por el dolor, se refugiaron en un profundo silencio.
El rescate se produjo a las 16 de ayer en Olivé al 1500, donde unos 15 socorristas trabajaban desde hacía varios días en la limpieza del canal. Desde que comenzó la búsqueda, los operarios bajaban a diario al canal a través de las distintas bocas de expendio ubicadas sobre el asfalto.
Los socorristas descendían unos cinco metros y se abocaban a enviar a la superficie la gran cantidad de basura que se atasca en la tubería, que tiene unos 4,10 metros de diámetro. Los desperdicios eran aspirados por dos camiones succionadores de las empresas Cliba y 9 de Julio, según informaron bomberos que trabajaron en la búsqueda.
El hallazgo
El cuerpo fue hallado a unos quince metros de la alcantarilla situada frente a una casa de Olivé 1557, flotando entre unos ramales, por un buzo táctico de la Unidad Regional identificado por sus compañeros como René, y el bombero voluntario Luis Orlando Leguiza. Vestía la ropa que llevaba al momento de caer al canal: un par de zapatillas, un pantalón de gimnasia y una remera. El cadáver fue ascendido a la superficie cubierto por una bolsa de nylon y de inmediato fue trasladado al Instituto Médico Legal (IML) para la realización de una autopsia.
Los padres y hermanos del chico se encontraban a unos 200 metros de allí, junto a la desembocadura del arroyo, por lo que fueron informados del hallazgo casi de inmediato. Los familiares se dirigieron al IML e identificaron el cuerpo, según indicó un vocero policial que se encargó de informar a la prensa la decisión de los padres de Alan de guardar silencio. "Acaban de recibir la contención del gabinete psicológico que los asistió todo este tiempo. Todavía no están en condiciones de hacer declaraciones", afirmó el vocero.
Trabajo con obstáculos
"Muchos habían perdido las esperanzas de encontrarlo, pero yo siempre tuve la certeza de que iba a aparecer", señaló el bombero Leguiza. El y su equipo atravesaron 18 días de constante y paciente búsqueda a través del ramal del Ludueña que corre debajo de la calle Olivé (los otros lo hacen por Juan B. Justo y Génova).
Alan Emanuel Perals cayó al arroyo entre las 11.30 y las 11.45 del 9 de julio, cuando jugaba junto a su amigo Daniel y resbaló en el borde de un espigón de cemento que se encuentra en la boca del canal, a la altura de Olivé y Chaco. Desde entonces, pese a la escasez de recursos, la búsqueda fue incesante.
El trabajo de las socorristas fue permanentemente obstaculizado por la gran cantidad de basura que se acumula dentro de la tubería de hormigón. De hecho, todo tipo de objetos y animales muertos emergieron de las aguas del Ludueña durante el operativo: "una heladera con freezer, tachos, un caballo, cerdos, perros, patos y gansos", enumeraban con incredulidad los bomberos. "Hasta encontramos un Fiat 600 y una cantidad de ratas gigantes que corren por las tuberías", señalaron.
La desmedida acumulación de desperdicios motivó la queja de los vecinos de Arroyito que colaboraron con el rescate, quienes reclamaron al municipio la limpieza y el mantenimiento del canal para evitar inundaciones.