Carlos Balá se autocalificó como un "cómico que no es subido de tono", en referencia a un estilo que hizo de la inocencia su marca. Su posición reconoce un ejercicio de esas cuestiones en los ámbitos privado y público, específicamente el hogar y la televisión. Al respecto recordó: "Una vez me preguntaron si yo en mi casa no decía esas palabras. Yo dije que en mi casa puedo hacer cosas que no se pueden hacer en televisión". Las críticas de Balá recayeron en el control que ejerce el Comfer en el horario de protección al menor sobre el lenguaje y las imágenes: "¿Dónde está el Comfer -se preguntó- cuando a las nueve de la noche aparece una mujer con el pecho afuera y diciendo barbaridades? No me quiero hacer el puritano porque soy varón y lo miro, pero es demasiado". Como alternativa, Balá mencionó a un tipo de televisión formadora: "Hay canales que educan y forman. El Canal (á), por ejemplo. Para muchos puede ser aburrido mirar documentales sobre la vida de las ballenas, pero no puede ser que haya cosas como las peleas en público. Es una falta de respeto. Es un chusmerío barato. Tenemos que unirnos y poner la casa en orden porque así no salimos más. Después dicen que no nos respetan. ¿Cómo nos van a respetar los de afuera, como el FMI y toda esa cría de gente, si no nos respetamos entre nosotros con este tipo de actitudes?". Los gestos y los neologismos de Balá formaron parte del lenguaje de una generación. El actor dijo que hacer ese tipo de transformación es parte de su personalidad, y también recordó que algunas veces fue duramente criticado por eso: "Yo jugué toda la vida con eso. Desde que tengo uso de razón siempre fui el payaso e inventé palabras. "Muchos me criticaron públicamente por arruinar el léxico de los chicos -explicó- porque decía lontanáncica en lugar de lontananza. Eso era el mal y lo que molestaba. Era una injusticia, pero en este país cuando te ven triunfar le buscan el pelo al huevo. Es más fácil que ataquen al que es argentino que al que viene de afuera". Abandonar el país, sin embargo, es algo que nunca estuvo en los planes de Balá. "Nunca pensé en irme y además soy algo cómodo. Sólo lamento no haber conseguido trabajar para un mercado más amplio como el latinoamericano. De todas maneras mi patrimonio es el cariño de la gente que siempre me recuerda".
| |