Un avión de combate que participaba en un vuelo de exhibición en la ciudad ucraniana de Lviv se estrelló ayer entre el público y provocó la muerte de al menos 78 personas, entre ellos cinco niños, y unos 114 heridos de diversa consideración, algunos de los cuales anoche estaban en estado crítico, según dijeron las autoridades locales de protección civil. Poco antes de que se estrellara, el piloto y copiloto del Sukhoi Su-27 salieron despedidos del aparato al accionar sus asientos eyectores y tocaron tierra por medio de los paracaídas. Los dos están heridos de cierta gravedad.
El aparato realizaba un vuelo rasante y se inclinó sobre uno de sus flancos hasta rozar el suelo con la punta de un ala y posteriormente explotar a escasos metros de donde el público contemplaba la exhibición.
Sus dos ocupantes fueron identificados como Vitaly Toponar y Yuri Egorov, ambos con el grado de coronel de aviación y con gran experiencia en vuelos de combate. Uno de ellos había pilotado aviones en combate en Afganistán y también había tomado parte de la exhibición del salón aéreo de Le Bourget, Francia, con el mismo tipo de caza el año pasado.
Aparentemente los reactores del avión perdieron repentinamente toda su fuerza de propulsión, según apuntan las primeras versiones.
El comienzo de la tragedia
En la subdesarrollada región de Lviv ayer iba a ser un día de fiesta. Los pilotos de combate querían demostrar allí su talento en vuelo con motivo del 60 aniversario de la fundación del cuerpo 14 de la Fuerza Aérea de Ucrania, con sede en esa ciudad.
Al principio del espectáculo, los paracaidistas despertaron poco entusiasmo entre los asistentes, que preferían mirar los aviones expuestos en tierra. Sólo cuando comenzó el espectáculo aéreo en sí mismo todas las miradas se volvieron al cielo parcialmente nublado para ver las piruetas de los pilotos. Pero el espectáculo se tornó en tragedia.
Vitaly Toponar y Yuri Egorov, ambos con el grado de coronel de aviación y con gran experiencia en vuelos de combate, emprendieron un vuelo rasante en su Su-27, algo no funcionó.
Tras ganar altura sobre las copas de los árboles, los pilotos querían caer en picado sobre las cabezas de los espectadores, una acrobacia para la que el aparato, extremadamente manejable, está considerado especialmente apropiado. La aeronave se fue repentinamente fuera de control.
Aunque testigos presenciales señalaban a emisoras de radio inmediatamente después del siniestro que el avión chocó con un aparato de transporte que se encontraba estacionado en tierra, las imágenes televisivas no confirmaron esta versión. Dan más bien la impresión de que el Sukhoi se detuvo repentinamente en el aire, antes de darse la vuelta y precipitarse contra el suelo para rodar allí lentamente.
Ambos pilotos accionaron sus asientos eyectores antes de que el avión tocara el suelo con la punta del ala, diera varias vueltas a un ritmo vertiginoso y explotara en una gran bola de fuego.
Afortunadamente los espectadores no estaban todos juntos, sino en grupos repartidos por un gran campo. Así, en el lugar del siniestro había, según lo que muestran las imágenes televisivas, un máximo de veinte personas. Aunque muchos más fueron alcanzados por la bola de fuego y por objetos despedidos del lugar del accidente.
Decenas de ambulancias fueron desplegadas para trasladar a los heridos hasta los hospitales cercanos. Para el transporte de los lesionados también fueron utilizados helicópteros, mientras que algunos de los heridos recibieron atención médica sobre el terreno.
Todo parecía profesional y eficiente, no siempre el nivel que se registra en Ucrania. Hace un año los servicios de socorro recibieron una gran inyección de fondos previa a la visita del papa Juan Pablo II que hizo posible la recomposición de su infraestructura dañada.
El Ministerio ucraniano para Situaciones de Emergencia dijo que unas 114 personas ingresaron en hospitales de Lviv para recibir atención médica por lesiones graves, en su mayoría en lesiones la cabeza, fracturas de huesos, cortes y quemaduras. Los médicos están ante la certeza de que las víctimas fatales serán muchas más.
Inmediatamente después de conocerse el accidente, el presidente ucraniano, Leonid Kuchma, decidió trasladarse de Kiev a Lviv para interiorizarse sobre los detalles de la catástrofe. "Esto es una tragedia horrible, es indescriptible, como en un sueño horroroso", señaló el mandatario.
El presidente ruso, Vladimir Putin, expresó sus condolencias a Kuchma y a todo el pueblo ucraniano por esta tragedia. "Estoy profundamente conmocionado", aseguró Putin en un telegrama en el que además expresa que "es difícil encontrar palabras de consuelo para todos aquellos que han perdido a sus seres queridos".
El desastre de ayer es el más grave en la historia de los espectáculos de aviación, y supera en número de víctimas mortales al registrado en la ciudad alemana de Ramstein en 1988, en el que murieron 70 personas. El accidente de Lviv se suma además a una serie de accidentes mortales protagonizados por los militares ucranianos.
El año pasado, un misil lanzado desde una base ucraniana en el marco de un ejercicio militar derribó un avión ruso que transportaba a turistas israelíes sobre el Mar Negro. Un año antes, un error de navegación en un misil tierra-tierra lanzó al proyectil contra un edificio de departamentos en Kiev. Ambos accidentes sumaron más de 70 muertos. (DPA)