Año CXXXV
 Nº 49.553
Rosario,
domingo  28 de
julio de 2002
Min 4º
Máx 16º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Comerciantes piden presencia policial para frenar ola de robos
Denuncian que los asaltos y arrebatos se suceden sin interrupción en la zona de Laprida y Mendoza

Paola Irurtia / La Capital

Rejas, negocios con puertas cerradas, cerraduras electrónicas, cámaras y videograbadoras o carteles sobre los sistemas de seguridad que "cubren" los negocios conforman una postal de los comercios ubicados en torno a la esquina de Laprida y Mendoza, donde se encuentra el teatro El Círculo. Los comerciantes denuncian una ola de robos que tienen como víctimas a quioscos, salones de venta y locutorios especialmente, pero de los que no se salvaron farmacias ni lencerías. Ni las medidas de seguridad, ni las reuniones con autoridades de la seccional 1ª, con jurisdicción en esa zona, pudieron evitar que los atracos se repitan.
Ante los robos constantes, la actitud de los comerciantes se divide entre quienes reclaman más presencia policial, a pesar de no tener plena confianza en la institución, y los que toman precauciones para que los robos sean lo más rápido y menos riesgosos posible.
Los que reclaman presencia policial llegaron a preguntarle a las autoridades de la seccional si se encontraban en una "zona liberada". El planteo se realizó en una reunión realizada hace dos meses entre personal de seguridad y propietarios de comercios, en la esquina de Laprida y Mendoza. "Los policías se agarraban la cabeza", contó uno de los concurrentes, víctima de un intento de robo que frustró su hija cuando advirtió la maniobra desde afuera del local.
El minimarket de Mendoza 784 fue asaltado el Día del Amigo por quinta vez en 18 meses, con una frecuencia que se aceleró este año hasta alcanzar un robo cada 30 o 40 días. "Hace meses que trabajamos gratis", sintetizó una de las propietarias. El sábado pasado tres jóvenes armados con cuchillos comenzaron a elegir mercaderías hasta que en el momento de pagar descubrieron sus armas y se alzaron con 400 pesos de la caja, un monto destinado a cubrir gastos de proveedores e impuestos, recaudado después de varios días. El negocio tenía la puerta abierta porque había ingresado un cliente segundos antes, ya que habitualmente trabaja a puertas cerradas. Además, los propietarios intentan mantenerlo abierto las 24 horas, por el temor de padecer un vaciamiento en su ausencia.
Los comerciantes admiten que con las puertas cerradas, entran la mitad de los clientes, "pero tenemos que resguardar la vida y a costa de trabajar encerrados", apuntó la dueña de otro minimarket, ubicado en Laprida al 1100, también víctima de robos en los últimos dos meses.
La farmacia de Mendoza 847 fue escenario de un robo a mano armada hace 45 días. Los ladrones eran una pareja de no más de 20 años que encerraron a la mujer en el baño para sacarle la recaudación de la caja. La farmacéutica puso rejas internas en el frente de la vidriera, una persiana enrejada y otros barrotes que cierran el ingreso al local y que abre desde el mostrador. Un sistema que le recomendaron colegas de Buenos Aires, similar al que utilizaban viejos farmacéuticos o se implementaron antes en zonas más alejadas del centro.

Acostumbrados a lo peor
Los dueños y empleados de locutorios están acostumbrados a los robos que ya no consideran graves los que llaman "arrebatos", en los que los ladrones toman el dinero de la caja, tengan o no armas. Uno de esos locales instaló cámaras y video para registrar a los asaltantes y al menos, poder reconocerlos. Al último que ingresó hace dos semanas al locutorio de Mendoza 682 no lo intimidó el televisor con su imagen. Uno de los empleados calculó que sufrieron 6 robos en el último año, a cualquier hora y amenazados con cuchillos, armas e incluso con una jeringa que supuestamente contenía sangre infectada.
Otro locutorio, ubicado en Laprida y San Juan tomó como política tener poco dinero en la caja y evitar cualquier tipo de confrontación con los ladrones. "Es un tema muy complicado que no tiene solución, por eso queremos correr los menores riesgos posibles", explicó su dueño, José Menchón.
La reflexión del comerciante surge de varias reuniones con colegas y autoridades policiales, que remarcaron los peligros de contar con vigilancia privada o aún más, con custodia armada. "Las reacciones humanas son impredecibles y acá hay gente, por eso preferimos evitar situaciones riesgosas para la vida de las personas", explicó.
Los comerciantes que exigen más respuestas a la policía sostienen que en la zona "muchos de los que pasan por la calle están armados" y proponen que los agentes requisen a las personas cuando caminan. Las sospechas se vuelcan constantemente hacia las "caras raras" que pasan por la vereda: personas desaliñadas, pobres, morochas, de rostros curtidos, o que usan gorros y bufandas. Pero para sorpresa de varios comerciantes, muchas veces estos sospechosos se revelan como buenos clientes. Aún así, los negociantes coinciden en que la zona se volvió muy peligrosa y casi nadie deja abiertas las puertas de su negocio a partir de las 19.



Laprida y Mendoza se hizo una zona muy peligrosa. (Foto: Daniel Carrizo)
Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados