Abdolghassem Mesbahi, el Testigo C (el mismo que acusó a Carlos Menem de haber cobrado 10 millones de dólares a cambio de encubrir a Irán en el atentado contra la Amia) le fue aportado al juez Juan José Galeano a principios de 1998 por el padrino de su carrera judicial, el entonces todopoderoso secretario de Inteligencia Hugo Anzorreguy, quien convenció a los servicios secretos alemanes para que el magistrado pudiera interrogarlo, en abril de ese año, en Frankfurt.
Los alemanes presentaron a Mesbahi como un ex jerarca del Ministerio de Información iraní (Savak) que había desertado en Pakistán y cuyo testimonio había resultado crucial para establecer la responsabilidad de Teherán en el asesinato de un grupo de opositores kurdos por parte de pistoleros libaneses en la discoteca Mykonos, de Berlín.
Aproximadamente de 40 años, alto, por esa época el iraní hablaba ocho idiomas. Había sido profesor en la Universidad de la Sorbona durante su exilio parisino, cuando estrechó relaciones con el imán Khomeini y con Abolhassan Bani Sadr, a quien las urnas convertirían en el primer presidente del nuevo régimen luego de que una insurrección popular derrocó al Sha Rheza Palevi y entronizó el régimen teocrático de Khomeini en 1979.
¿Qué dijo Mesbahi que dejó tan entusiasmado a Galeano? Dijo que a la decisión de atentar contra la Amia la había tomado el gobierno iraní en una reunión celebrada entre julio y agosto de 1992, y que se le había encomendado la tarea a Moshen Rabbani, al que Teherán, poco antes del atentado a la Amia, había nombrado agregado cultural de su embajada en Buenos Aires.
Según Testigo C, era probable que Rabbani hubiera sido el enlace entre terroristas libaneses de Hezbolá y la conexión local puesto que los agentes secretos iraníes tenían la costumbre de infiltrar las fuerzas de seguridad del lugar donde pensaban actuar y captar adeptos en los cuerpos policiales para recurrir a ellos en caso de que tengan problemas.
En cuanto al motivo del ataque, Mesbahi dijo que fue una reacción contra Argentina por la suspensión de los contratos nucleares que ligaban el país a Irán. Dichos contratos, suscriptos el 3 y el 4 de octubre de 1988, por casi 10 y 15 millones de dólares, establecían que la empresa Investigaciones Aplicadas Sociedad del Estado (Invap SE), con sede en Bariloche, provería a Irán de todo lo necesario para erigir una planta de conversión y purificación de uranio, así como la exportación, llave en mano, de una planta para fabricar combustible a partir de uranio natural, ambos emprendimientos con fines pacíficos.
Con el atendible argumento de que dicha tecnología era dual y bien podría reconvertirse para la fabricación de armas nucleares, Estados Unidos e Israel habrían presionado sobre el gobierno de Menem hasta lograr que éste anulara unilateralmente aquel acuerdo en diciembre de 1991, si bien la Cancillería informó de esa anulación en junio de 1992, luego de cometido el atentado contra la embajada de Israel.
En su declaración de Frankfurt, Mesbahi le dijo a Galeano que al momento de cometerse el atentado contra la embajada de Israel no cumplía funciones en el Ministerio de Informaciones, por lo que poco podía aportar sobre ese hecho, salvo que Israel e Irán luchaban para tener de socia a la Argentina, al parecer, en proyectos tecnológicos.
También aclaró que no había participado en operaciones efectuadas en Sudamérica, donde jamás había estado, pero que sabía que los agentes de inteligencia iraníes tenían como base a Buenos Aires y que constituían, en rigor, una mafia dedicada al tráfico ilegal de armas.
El informante enfatizó el papel que habría tenido Rabbani como coordinador de un grupo de empresas de capitales iraníes implicadas en aquella mafia, y agregó que Rabbani reportaba al jefe de la Savak, Ali Fellahiyan, a través de Hamid Naghashan, responsable para el tráfico ilegal de armas y de las compras de armas para Irán.
Rabbani y Naghashan, insistió, habrían sido los organizadores iraníes del atentado a la Amia, auxiliados por una rama que se dedicaba a la cooperación con integrantes de la policía argentina y por otra encargada de proveer los explosivos.
Rabbani habría sido la cabeza de los servicios secretos iraníes en Argentina, y Naghashan el coordinador de las empresas que trabajaban en forma encubierta.
Para cumplir sus tareas, siguió diciendo, Rabbani se servía de un grupo de libaneses que era muy ramificado, mientras Naghashan tenía contactos con un grupo de brasileños. Un tercer grupo se dedicaba a infiltrar a la policía (¿Federal?) argentina.
Noticia bomba
Galeano volvió a encontrarse con Mesbahi en México en mayo del 2000 luego de las declaraciones del Testigo C, al parecer ante el FBI o la CIA. En estas declaraciones, efectuadas los días 20 y 21 de abril de 2000, el políglota iraní dijo que en su anterior declaración no había dicho todo lo que sabía porque "el gobierno argentino estaba mezclado con el asunto de la bomba y Menem estaba en el poder".
Como Menem (año 2000) ya no estaba en el poder podía decir que desde 1984 los responsables de los servicios secretos de Teherán tenían conceptuado al riojano como "más antisemita que los iraníes"; que estuvo estrechamente relacionado con agentes iraníes al menos desde 1986 cuando les presentó a los miembros (dio sus nombres) de una firma cuyo nombre era al parecer "Tres Fronteras", diciéndoles que eran gente de su confianza y que a través de dicha firma podían financiar su carrera política.
Menem les habría explicado a los agentes khomeinistas -según Mesbahi-, que dicha empresa exportaba a Irán mucha carne, cereales y arroz y que los sobreprecios que se le pagasen servirían para aquel fin. Agregó que gracias a esta relación se generó un lobby importante para los intereses de Irán en Argentina de modo que para los jerarcas de Teherán ya estaba claro a principios de 1987 que Argentina "era uno de los países en los que se podía realizar cualquier acto de terrorismo, toda vez que el lobby existente permitía dar apoyo o soporte político o económico de modo que la reacción podría ser manejada".