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¿Los impuestos vuelven al pueblo?

Vivo en la que considero mejor ciudad del país, sin embargo muchas veces tropiezo con interrogantes sumamente difíciles de responder. Un ejemplo de esto es el caso de la tradicional barrera del cruce Ludueña (Carriego al 400). Los vecinos de este popular barrio debemos soportar estoicamente el paso del imponente caballo de acero. El mismo aparece varias veces por día y en cualquiera horario complicando las vidas, ya de por sí complicadas, de la gente que pasa por el lugar con destinos generalmente laborales. Surgen entonces las preguntas sin respuestas aparentes. ¿Es tan embarazoso que la Municipalidad o algún otro ente curitativo tome cartas en el asunto, o tal vez esta no sea considerada por los funcionarios como una cuestión importante. No soy un erudito en el tema construcción pero ¿no se podría levantar un pequeño puente para que los vehículos e incluso los peatones pasen sobre él? Posiblemente esta no sea la solución definitiva pero me niego a creer que en los umbrales del siglo veintiuno un inconveniente como este tenga a maltraer a miles y miles de ciudadanos que, por si fuera poco, deben abonar religiosamente sus tributos al estado. La pregunta final es obvia: ¿los impuestos vuelven al pueblo?
Fernando Torres