Rodolfo Bella / La Capital
Con la comedia infantil "Quesos y besos", del autor y actor Luis Fittipaldi, se inauguró un nuevo espacio teatral, la Sala del Autor, Sarmiento 1166. Diariamente, a las 16, el grupo La Ilógica Teatral pone en escena una obra que da un enfoque cómico de algunos problemas actuales. En diálogo con La Capital, Fittipaldi, impulsor del proyecto, autor y director de la obra, dijo que las referencias del texto lo hacen accesible a todas las edades, y aseguró que el riesgo que significa hoy abrir un espacio para dar cabida al teatro excede la prudencia, pese a ser un acto de "resistencia". -¿Cómo se te ocurrió la idea de la obra? -Acá hay una concomitancia, que es la de los alimentos. Yo hice "Pastel de ganso", otro que se llamaba "Sopa de payaso"... -¿Nunca pensaste en dedicarte a la gastronomía? -Fue siempre mi gran frustración (risas). Imaginé el sabotaje a una fábrica de quesos, en el que hay cierta relación con la Argentina. El mal está representado por una villana monopolista que está armada con una pistola remarcadora de precios. -¿Cuál es la dificultad de escribir para los niños? -Primero tenés que estar junto a los chicos. Además tuve muy buenos docentes y mis referentes siempre fueron el clown y el circo y siempre aparece esa comicidad de tradición argentina. Acá hay guiños para los adultos, pero también hay diálogos naif del tipo de Pepe Biondi. Además hay un homenaje a Tato Bores, al recoger expresiones que remiten a su lenguaje inventado, y también a Niní Marshall. -¿El humor naif no queda un poco desfasado con las tendencias que tienen hoy los productos para chicos? -Me parece que hay una vuelta a intentar hacer algo más llevadero, a partir de lo que uno quiere. Uno tiene referentes claros y algunos añoramos el humor de Carlitos Balá. -Estás hablando de tus referentes, ¿pero lo son para las nuevas generaciones? -La obra muestra la transparencia de aquellos personajes que quieren laburar y dicen "pelearemos hasta el fin", "no vamos vender la vaca", "no nos vamos a rendir jamás". -Son los piqueteros del sector lácteo... -Algo así. No hay que olvidar que el teatro, hoy más que nunca, es un espacio de resistencia. Nunca me gustó hacer teatro de barricada, pero desgraciadamente cada vez más tenemos que hacer algo así porque la cultura es la única forma de resistir y pelear hasta el fin, de enfrentarnos con la única arma que tenemos, en algunos casos como el mío, que es el arte, e intentar dar a la gente un respiro. -¿Cómo puede reaccionar un niño cuando justamente un mensaje como la resistencia en ocasiones no resiste el peso de la actualidad? -En todo caso, eso es tarea de cada padre. Si mi hija me pregunta por qué un chico no tiene para comer o lava los vidrios, le explico porqué no debería estar en esa situación. Desgraciadamente no tengo el poder de decidir, pero hago lo posible desde mi lugar. -Sin embargo, ustedes trabajan con entrada paga... -No. También haremos funciones gratuitas para chicos de villa. Pero la pregunta en cuanto a la integración, también es si hacerlo en sus lugares o hacer una función en el teatro. Creo que es más formativo y didáctico que los chicos vayan al mismo lugar al que tiene acceso otro sector, que, aunque sea por un momento, esté en un lugar confortable y digno. Creo que este es el momento más importante para decir qué puedo hacer por los demás.
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