Fue a la marcha en defensa de los animales disfrazado de perro y con un cesto en la boca simulando un bozal. "Es espantoso que te obliguen a usar una máscara. No podés respirar ni mover la boca", dijo. De esta manera, el protector repudió el proyecto del concejal Ricardo Marengo que exige a los dueños pasear sus perros con bozal y correa. La misma intención tuvieron las cerca de 50 personas que ayer manifestaron en la plaza Pringles y que luego marcharon hacia las puertas de La Capital para "frenar la campaña que está haciendo ese medio, que crea fobias hacia el mejor amigo del hombre".
El descontento de las protectoras hacia este diario tiene que ver con las notas publicadas en las últimas semanas que daban cuenta de reiterados ataques de perros. El caso más relevante fue el del anciano de 93 años que falleció luego de que lo mordiera un dogo argentino. Las defensoras evitan hablar de las muertes, y ponen énfasis en el rechazo "a la mano dura de los represores", en referencia a Marengo.
"El problema es educar al perro, todo depende del hombre", expresó Silvina, acompañada de su rottweiler Tara. Lorena fue con su doberman Bono y agregó: "También hay muchos padres que no les enseñan a sus hijos la manera de tratar a los animales. Por eso no dejo que los nenes se le acerquen a Bono". La fecha que eligieron para la marcha estuvo perfectamente pensada: "Hoy (por ayer), en el Día del Amigo, queremos defender al animal porque no asesina, no roba, no viola ni secuestra", aseguraron.
Mariano estaba indignado con el proyecto que obliga a pasear los perros con bozal. Y claro, tiene un caniche: "En un bozal entra el perro entero; aparte, ¿a quién puede atacar con este tamaño?", soltó. Todos los presentes coincidieron en que la agresividad del animal depende de su dueño. Pero muchos admitieron que algunas razas tienen un instinto asesino: "Hay perros que de por sí son agresivos", confesó José Luis mientras acariciaba a su ovejero alemán.
Por la peatonal
No faltaba nadie en la peatonal, estaban hasta los perros. Después de que los animales jugaron lo suficiente en la plaza, comenzó la marcha por la peatonal. En el recorrido -que tenía como destino este diario- los animales y sus dueños se mezclaron con músicos, vendedores ambulantes, amigos que festejaban su día en los bares de calle Córdoba y bailarines de tango. Por supuesto que no faltaron sus amigos, los perros vagabundos que pueblan el centro de la ciudad.
La sorpresa de los rosarinos ajenos a la protesta fue notoria. Mientras algunos sólo mostraban caras de asombro, otros soltaban frases como "lo único que falta es que me muerda un perro". También se escuchó a un ciudadano preguntar en voz alta: "¿Y el bozal?". Los manifestantes no se hicieron eco del comentario y siguieron su camino.
Una vez en las puertas de La Capital, se desconcentraron. Pero antes prometieron más pelea: "El lunes vamos a ir al Concejo, porque el proyecto de Marengo es una atrocidad".