| | "Trueque" en el Museo Castagnino Una exposición que se propone como una nueva forma de interacción entre artistas
| María Eugenia Spinelli (*)
Cinco artistas de Rosario y cinco de Buenos Aires inauguraron en el Museo Castagnino una muestra que se plantea en torno a la idea de intercambio. Los participantes debieron presentar una serie de instrucciones para hacer una obra. Estos instructivos fueron distribuidos al azar de modo que cada artista realizó la obra propuesta de otro de los participantes. Así, la presencia de cada uno en la exposición es en cierto sentido doble, dado que se exhiben tanto las obras como las instrucciones que les dieron origen. Cada proyecto se transformó de esta manera en un posible centro de intercambio de ideas. La muestra "Trueque" surgió como un proyecto que buscaba ligar las tradiciones conceptuales y las experiencias internacionales de los años 60 a la urgencia en que se encuentra la actividad estética hoy. Revisando la historia del arte contemporáneo, existe un sinnúmero de eventos que han recurrido a la idea de "instructivo" o a la de "intercambio" para la realización de obras de arte. En nuestro contexto, "Trueque" recoge además algo de la situación en que se encuentra el país donde, desde fines de 2001 y comienzos del presente año, han finalmente colapsado algunas de las pocas certezas con que contaba la sociedad argentina, para ser reemplazadas por otras, mucho menos alentadoras. Desde entonces -y aún antes- en el ámbito artístico han surgido nuevas propuestas que buscan ampliar los lugares y modos tradicionales de circulación y producción de obras e ideas: la revista Ramona, los nuevos espacios y galerías, el proyecto Trama, el " workshop sobre la proyección social de la actividad de los artistas" en el Instituto Goethe (2001) o, más recientemente, el programa Estudio Abierto en el barrio del Abasto. Estos son sólo algunos de los ejemplos de lo que esta situación viene significando para el panorama del arte argentino. Recientemente, en otros sectores de la vida, la idea de trueque ha recuperado algo de su sentido original: en los principales centros urbanos se han creado gran cantidad de ferias y clubes que permiten proveerse (mediante la recuperación de esta forma básica de intercambio) de todo tipo de bienes, como una forma de mitigar -al menos parcialmente- la actual situación económica. Y "Trueque" -donde el principio básico de participación es el intercambio- intenta sumarse a todo esto, buscando estimular el tráfico de ideas y el contacto entre artistas provenientes de distintos ámbitos. Claudia del Río, que proviene del terreno conceptual, se encontró pintando una treintena de óleos y acrílicos sobre papel, construyendo con ellas una "narración no discursiva" siguiendo la propuesta de Tulio de Sagastizabal. Este, a su vez, realizó afiches que concretan un proyecto de Magdalena Jitrik, quien eligió imaginar cuál sería la imagen gráfica de las empresas de servicios si tuviera lugar una revolución. Jitrik, por su parte, cubrió una de las paredes del museo con un mural de autorretratos intervenidos, ejecutando las instrucciones de Carlos Herrera. Y Herrera, realizó collages de pequeño formato, adhiriendo maderas y alambres a reproducciones gráficas: una serie de "defensas" que reinterpretan el proyecto de Daniel García, quien renuncia a la pintura para presentar los pasos de una danza fúnebre oriental mediante alpargatas plateadas sobre la pared, siguiendo los anagramas del I Ching, según instructivo de Román Vitali. En tanto, Vitali en "Institucional" realiza una serie de intervenciones casi invisibles en la planta baja del museo, dando cuerpo a la propuesta abierta de Juliana Iriart. Sobre una mesita baja, un rectángulo desplegable de 1 x 11 metros de papel de seda contiene el rastro de las relaciones entre objetos, la interpretación de Iriart de la propuesta de Laura Glusman. Mientras que un recorrido en forma de loop de un sector de Rosario en busca de objetos circulares aparece registrado en una serie de fotografías, obra de Laura Glusman sobre una idea de Daniel Joglar, y siete platos instalados sobre una mesa, en los que crecen brotes de papiro, son la respuesta de Joglar a la reconstrucción de siete árboles propuesta por Silvina Sícoli en un proyecto que retoma las 7000 encinas de Beuys. Sícoli, quien usualmente trabaja las relaciones entre naturaleza y cultura, ha reconstruido su estancia en un hotel de Buenos Aires (su ciudad de residencia) a través de un video, una colección de souvenirs y escritos sobre la pared que registran sus actividades de ese día. El instructivo del cual parte, es obra de Claudia del Río. (*) Curadora de la exposición
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