Ciertos "lugares" constituyen esos puntos en donde converge la búsqueda de quienes, aun en un clima de adversidades, se hallan sumergidos en el mundo de las manifestaciones artísticas, ya sea como productores o espectadores. Según la tradición, las salas de un museo, de un centro cultural o de otras instituciones y espacios artísticos conforman recintos ideales para la disposición de las imágenes ya que por sus impecables condiciones, garantizan un albergue efectivo para las "obras de arte" intentando dejar afuera cualquier destino azaroso. Tendencia que margina la mirada hacia los "procesos de construcción", creadores de un auténtico espacio de avatares.
No fue éste el caso de la última muestra que se llevó a cabo en La Gestoría, ubicada en el entrepiso del centro de capacitación laboral ATE/CTA. Este espacio, reabrió sus puertas este año apuntando a una reflexión sobre el arte, sus mecanismos de realización y sus espacios de difusión.
En medio de un contexto local reacio a las manifestaciones culturales, la eventual muestra surgió de una propuesta de carácter alternativo del grupo En Trámite, que en este caso colocó su centro de atención en la "experiencia de montaje" de los trabajos de aquellos que accedieran a participar del evento. A través de una convocatoria abierta, En Trámite invitó a todas las personas que emplearan el lenguaje fotográfico como medio, dispuestas a montar su producción en el mismo momento en que se inaugurara la muestra.
La condición de transición de esta experiencia colocó a el "arte" fuera de las aristas en las que comúnmente se encuentra. Su rasgo preponderante iba a definirse en la instancia misma de armar una muestra con identidades imprecisas hasta ese momento, destinadas a desplegar los cruces que permitiera aquel lugar vacío por ocupar. Un terreno sin áreas demarcadas, en donde la definición del territorio de cada uno de los participantes, surgió durante el proceso de ubicación de las imágenes. El resto de los concurrentes, no quedó solo librado al acto de visualización ya que tuvo la oportunidad de intervenir en esta situación, en la que cada uno de los autores, puso en juego públicamente, sus decisiones en torno a la elección del lugar en donde colocar su imagen, como en cuanto a la modalidad de llevar a cabo dicha acción. Este hecho, creó una atmósfera comunicativa particular, en donde tuvo lugar la impredecible afluencia de la espontaneidad de las relaciones llegando al borramiento de las zonas fronterizas entre espectadores y autores, entre una producción y otra, entre autores y producción y también entre público y realizaciones.
La puesta en escena a la vista
Este proyecto desplegó un proceso de desocultamiento de aquellos mecanismos de "puesta en escena", que normalmente quedan vedados a la mirada del espectador. De esa manera, las opciones de acercamiento, distanciamiento e intercambio, provocaron la emergencia de un espacio cuyo soporte fue finalmente la trama de su propia construcción.
Ante una gran gama de manifestaciones artísticas, la importancia de esta práctica colectiva, radica en las características de los vínculos que generó, y no tanto en la muestra que resultó de esa experiencia o en las imágenes presentadas como expresiones acabadas, siendo la acción a la vez objeto, sujeto y soporte de la misma. Quedaba atrás la concepción de los lugares de exposición, como entidades estáticas reservadas a congelar las imágenes otorgándoles el carácter único de productos de exhibición.
En efecto, la validez de la propuesta reside en el hecho de que permite volver la mirada hacia esos otros aspectos presentes en todo proceso artístico posibilitando la apertura hacia otro tipo de reflexiones que dinamizan el campo del pensamiento crítico, hoy sumamente desgastado.
Dentro de esta modalidad, se hallan los programas que se desarrollan en el marco de La Gestoría. Un espacio de carácter "alternativo" que tiende a desarrollar opciones que exceden lo tradicional en el campo de las expresiones artísticas. En este sentido, se lo considera necesario por realizar grandes aportes a un ámbito cultural como el de Rosario. Ciudad que se encuentra atravesada por un panorama complejo y hostil, en tanto que no cuenta con un circuito propio de legitimación de lo que se produce.
El gran caudal de producciones, y los esfuerzos aislados por hacerlo visible, tienen su contrapartida en la carencia de lugares que permitan la viabilidad de la manifestación de ese riquísimo potencial creativo. La Gestoría conforma uno de esos pocos lugares que a través de propuestas diferentes, no por ello exentas de un espíritu crítico reflexivo, sugiere la puesta en práctica de otras modalidades de expresión artística.