Rodolfo Parody / La Capital
La devaluación, la inflación y la suba del dólar ocasionaron en el deporte amateur un grave prejuicio que conspira contra las becas, cuyos montos distaban de ser los ideales y ahora parecen irrisorios, y contra las giras al exterior, tan imprescindibles para adquirir roce internacional. Pesadumbre, incertidumbre y desmotivación son las que han invadido a los deportistas rosarinos que no tienen en claro hacia dónde van, y con la certeza de que intervenir en un campeonato internacional puede ser la máxima ambición, sabiendo de antemano que estarán lejos de hacerle fuerza a lo más selecto del espectro mundial. Desde la creación de la Secretaría de Turismo y Deporte a fines del año pasado uno de los primeros objetivos fue ponerse al día con la deuda heredada de la gestión anterior de Marcelo Garraffo, que ascendía a los 6 millones de pesos y que comprendía los pagos a deportistas, entrenadores, proveedores, federaciones y provincias, quienes acumulaban varios meses sin ver un peso, según se informa en la página oficial de la repartición pública que dirige Daniel Scioli. Paulatinamente han ido achicando esa brecha. La escasez de dinero para repartir no debería preocupar demasiado, siempre y cuando el ingenio pergeñe una planificación acorde a los recursos con los que se cuentan. Porque de esa manera se apuntaría a metas claras, fortaleciendo e incrementando la base del deporte con una reestructuración seria, consolidada por una fuerte ligazón entre el deporte escolar y el federado. Y definiendo de antemano dónde, cuándo y cuántos son los que tendrán chances de competir en la elite. En la Secretaría de Deportes se inició un proceso para apuntalar a los clubes, conscientes que es el sitio del cual emergen los deportistas. Habrá que ver si se hace lo suficiente. Mientras tanto, se siguen pagando becas que apenas alcanzan para los viáticos. "Acá ganar oro o plata no sirve de nada", comenta el judoca Gastón García, al comprobar que la medalla obtenida por las rosarinas Luciana Aymar y Ayelén Stepnik con el seleccionado de hockey en los Juegos de Sydney no les cambió drásticamente sus vidas en cuestión monetaria, como suele suceder en otros partes del mundo. Stepnik y Aymar vieron incrementadas sus becas al doble (800 pesos) después del segundo puesto alcanzado en Australia, que les dio un respiro aunque resulta incomparable con los lauros conquistados en los últimos tiempos y con el esfuerzo tremendo de las rosarinas que desde hace años viajan semanalmente a entrenar a Capital Federal. Sacrificio tan elogiable como el de Gastón García, que intentará estar en su 5º Juego Olímpico, y que perdió su beca luego de Sydney. Pese a todo, no bajó los brazos y trastoca a diario su propia condición de deportista con la de entrenador, que es la que le permite subsistir. Sus colegas Sebastián Alquatti y Martín Ríos no mantienen la misma motivación que años atrás, al perder también sus becas después de los últimos Juegos Olímpicos. En el caso del segundo, pasa el mayor tiempo conduciendo el taxi de su padre. En la lejanía quedó ese breve instante de gloria cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 99. El esgrimista Leandro Marchetti es un ejemplo de perseverancia. Es el máximo exponente del florete argentino y entrena como pocos. Prefiere relativizar las escasas posibilidades de competir afuera, y tiene la mente puesta en Atenas 2004. La sensación de desamparo llevó al nadador Agustín Fiorilli, olímpico en Atlanta 96 y Sydney 2000, a probar suerte en Italia como guardavidas, lo que su vez le permitiría competir en un club de la península sin tantos apremios económicos que los padecidos en Argentina. El Rana se encontró en una encrucijada al dejar de cobrar la beca nacional y la de la provincia porque "se fue a correr para la provincia de Córdoba", según argumentan desde la Secretaría de Deporte de Santa Fe. "Pensábamos viajar a Chile con la delegación argentina a fin de año pero ahora está en duda porque no se sabe si se podrá juntar el dinero para los pasajes", manifiesta el atleta Leandro Peyrano, becado el año pasado por la Municipalidad de Rosario con 120 pesos, y cuyo principal objetivo es el campeonato Sudamericano juvenil en Belém (Brasil). Su realidad no dista de la de sus colegas que deben conformarse con salir esporádicamente del país. Por su parte, el dinero que aporta la Municipalidad de Rosario, a través de la Dirección de Recreación y Deportes apunta "a un incentivo ya que nosotros no tenemos responsabilidad sobre el deporte federado sino el social", supo decir en alguna oportunidad su director César Blanco. Todavía se deben algunos meses del año pasado y a la brevedad se estaría resolviendo a quién se le asignan para el presente año. Los 120 pesos de la Municipalidad los perciben los atletas discapacitados Claudia Vignatti (atletismo) y Fernando Carlomagno (natación), quienes a su vez cobran de la Secretaría de Deporte de la Nación 100 pesos. El nadador es contemplativo: "El hecho de que no empeore la situación es un buen cambio". Esos cambios que han sufrido en los últimos años los judocas Mariana López y Miguel Albarracín, que forman parte del proceso denominado Promesas 2004 (que apunta a los Juegos de Atenas) y por el que cobraban en un principio 400 pesos, los que fueron rebajados a 240. En este contexto se pueden considerar privilegiados ya que recientemente fueron los únicos argentinos enviados a una gira por Centroamérica. ¿Qué se puede comprar con becas de 300 o 400 pesos? Poco. Y se comprueba con el costo de la indumentaria para cada deporte. Un judogui (la vestimenta del judo) importado cuesta entre 200 y 300 dólares, mientras que los nacionales 80. Cada judoca debe llevar un par a los torneos, los que se desgastan al cabo de dos años. Para los esgrimista de elite, las chaquetillas salen 130 dólares (duran dos años), las zapatillas 150 y las hojas de las armas 90. Las zapatillas con clavos de los atletas valen 100 pesos. Para las chicas del hockey, la situación es algo más aliviada ya que reciben los palos de empresas que las sponsorizan, lo mismo que la vestimenta. Es la consecuencia de los resultados conseguidos por Las Leonas, cimentado en sacrificios poco comunes en el mundillo amateur. La selección de hockey tiene un régimen de entrenamiento como el de los países más desarrollados en donde las chicas piensan sólo en jugar. "Tenemos que hacer equilibrio", dice Ayelén Stepnik. Así es como viven los deportistas amateurs. Sólo su pasión los mantiene firmes afrontando los contratiempos. Se plantean objetivos a largo plazo que no saben si podrán cumplir, más por cuestiones ajenas que por sus esfuerzos individuales. Tan similar a la vida cotidiana de los argentinos.
| Pocas monedas sirven de recompensa para el esfuerzo. (Foto: Alfredo Celoria) | | Ampliar Foto | | |
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