Dos policías fueron asesinados ayer en el área sur del Gran Buenos Aires. Uno de ellos era un suboficial de la bonaerense que recibió dos balazos en un enfrentamiento en San Justo. El otro, un agente de la Federal atravesado por un disparo en el pecho al frustrar un asalto en el partido de Quilmes.
Una de las víctimas fue el cabo primero Víctor Segovia, de 35 años y empleado de la comisaría de San Justo, quien se enfrentó con una banda que asaltaba automovilistas en las inmediaciones de la villa Santos Vega, en el partido de La Matanza.
Fue alrededor de las 2.30 de la madrugada cuando la patrulla de Segovia encaró a entre cinco y seis delincuentes aprovechaban la luz roja de los semáforos para asaltar a los conductores. Incluso habían intentado robar a un Volkswagen donde viajaban tres policías federales que mantuvieron un primer enfrentamiento con la banda.
Según las fuentes, al llegar la policía bonaerense y sin mediar palabra, los delincuentes comenzaron a disparar con armas de grueso calibre provistas de miras láser. Primero los efectivos intentaron parapetarse y no contestaron la agresión para preservar la seguridad de los vecinos.
No obstante, el cabo Segovia persiguió a los delincuentes hasta una cancha de fútbol y allí fue alcanzado por dos balazos: uno en la cabeza y otro en el pecho, pese a que llevaba puesto el chaleco antibalas. Fue trasladado de urgencia hasta el Policlínico de San Justo donde falleció. Segovia estaba casado y tenía tres hijos de 17, 15 y 4 años.
En el pecho
El otro policía asesinado ayer fue el agente Pablo Fernández, de 22 años y empleado de la comisaría 34 del barrio porteño de Pompeya. El suboficial de la Policía Federal recibió un balazo en el pecho cuando, franco de servicio y vestido de civil, frustró a las 8 de la mañana un robo en un colectivo en la localidad de San Francisco Solano, partido de Quilmes.
Según relató a la policía el chofer del micro, Fernández tomó el interno 22 de la línea 354, al cual subió un hombre de unos 25 años que a las pocas cuadras sacó un arma con la intención de robar. El colectivero se detuvo en una bocacalle, donde se bajó con tres pasajeros.
El agente se identificó como policía y se trabó en lucha con el delincuente, quien logró gatillar su arma y herir en el pecho al suboficial. Fernández murió arriba del colectivo y el ladrón -vestido con jeans azules y buzo gris-, logró escaparse a la carrera. (Télam)
La Ciudad
