Santa Fe.- Durante más de dos horas la familia del subdirector del Registro Civil de esta ciudad, Carlos Castañeda, vivió una pesadilla dentro de su casa: dos delincuentes armados mantuvieron a todos los integrantes maniatados y bajo amenaza para concretar un robo. Al final, los delincuentes se llevaron cuatro mil pesos, cuatro armas de distinto calibre y otros elementos de valor.
Poco antes de las 7 de la mañana y cuando los miembros de la familia se aprestaban a salir hacia sus distintas actividades, los delincuentes sorprendieron a la esposa del funcionario que paseaba los perros frente a la casa. A empujones la obligaron a reingresar a la vivienda de San Lorenzo 1143, en la zona sur de la ciudad y a pocas cuadras de la Casa Gris. Allí vive el matrimonio con dos hijas, la madre de Castañeda, de 80 años, y una persona encargada de cuidar a la anciana.
Una vez que los delincuentes entraron, Castañeda y sus familiares fueron atados de pies y manos. En tanto, una hija del funcionario, de 15 años, fue blanco constante de amenazas de muerte por lo que sus padres temieron lo peor.
Mientras la familia transitaba su calvario, los intrusos se apoderaban de unos cuatro mil pesos en efectivo, joyas, cuatro armas de colección de distinto calibre y otros objetos valiosos provocando revuelo en todas las habitaciones de la casa. Pero no se daban por satisfechos y reclamaban más cosas, apuntando con armas a las cabezas de sus víctimas, mientras mantenían cubiertos sus rostros con bufandas y pasamontañas.
Según fuentes policiales, los ladrones provocaron considerables destrozos en tanto revisaron la casa. Pese a tal violencia y a las amenazas nadie resultó herido y a Castañeda le costó convencer a los visitantes de que no había más elementos de valor que los que ya tenían. Hasta que, llegado un momento, los maleantes resolvieron irse saltando por sobre un tapial. Al parecer huyeron en un auto que los habría estado aguardando con un cómplice a bordo.
Implorar y llorar
Entonces el funcionario logró librarse de las ligaduras y de inmediato desató a las mujeres, tras lo cual intentó comunicarse con la policía. Allí notó que los visitantes habían roto los teléfonos. Incluso un celular de su propiedad.
Una vez hecho el contacto con la policía Castañeda verificó la sustracción del dinero y de cuatro armas: una pistola 9 milímetros, una 11.25, una 22 doble acción y un revólver 38 largo.
En el relato que el funcionario hizo ante la policía y los periodistas, destacó la extrema violencia de los delincuentes así como su llamativa frialdad para ejercer amenazas.
"Imploramos, lloramos, y les dije que se llevaban todo, que ya no había nada más en la vivienda", relató el funcionario provincial que dijo que "todo lo material es reemplazable, o no, pero me preocupan las secuelas psicológicas que este hecho dejará en la familia. Actuaron sin misericordia y tuvimos mucho miedo. Yo todavía estoy temblando, así que imaginó lo que deben sentir mis hijas, mi esposa y mi mamá, que está muy enferma".
Asimismo, Castañeda comentó que los ladrones "no estaban sacados, estaban tranquilos. Si bien vestían ropas humildes, por lo que uno puede pensar que provenían de algunos barrios de la llamada zona roja de la ciudad, actuaron en forma profesional".