Aunque ni los propios masones acuerdan sobre los orígenes más remotos de sus órdenes y sus ritos, la mayoría coincide en que las organizaciones actuales emulan a los gremios medievales de la construcción cuyos maestros y operarios, ocupados en levantar catedrales prodigiosas, concentraban el saber teórico y práctico de la arquitectura. Masón significa albañil; los miembros de la orden visten el mandil, delantal del oficio, y trabajan en la ejecución del plan de Dios, el Gran Arquitecto del Universo. La gran catedral que construyen es la Humanidad; su faena cotidiana es el perfeccionamiento de sí mismos y de los demás seres humanos. Entre sus símbolos se destacan el compás y la escuadra, instrumentos clave de la arquitectura, que imponen la equidistancia entre los hombres y la rectitud en el pensamiento y en la acción. Como los gremios medievales de su origen, las logias asignan jerarquías internas a sus miembros según un orden de 33 grados que los conduce desde la iniciación y el aprendizaje primario hasta los niveles superiores de especulación filosófica. Los masones llaman "tenidas" a las reuniones periódicas reservadas que los juntan según sus antiguos ritos y ceremonias; las tenidas blancas están abiertas a invitados profanos. La masonería argentina acepta, predica y practica la tolerancia y la libertad intelectual y religiosa, propicia el laicismo del Estado y de la educación pública, defiende la democracia y alienta la participación individual de sus miembros en cualquier asunto de interés público, incluida la acción política.
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