-¿Qué los decidió por esta obra? -Es una de las últimas obras de Carlos Gorostiza. Es muy interesante porque la escribió en 1994, y él ya en ese momento describía la inmovilidad de la clase media. Es muy interesante porque sigue siendo una buena metáfora de la Argentina, como toda la producción de Gorostiza donde mezcla realismo y absurdo, porque mezcla en una propuesta realista una situación absurda, con un toque de farsa y grotesco. -¿Quiénes forman el elenco? -Claudia Faranna, Norberto Pradal, Fabio Bonamico y Mariel Feito. -¿Cuál es el relato? -En realidad casi no hay relato, son personajes que casi no tienen historia, pero los personajes son tan densos que permite imaginar todo tipo de situaciones. -¿Cómo son los personajes? -Son cuatro hermanos que esperan algo que nunca va a pasar, sobre todo porque ellos no generan ninguna acción para que ocurra. Eso creo que es muy argentino, que no nos movemos y queremos que las cosas nos lleguen solas. Todos discuten cosas inútiles y sin ningún tipo de objetivo. Ellos están siempre en el patio de atrás de la casa. El único contacto que tienen con la realidad son unas campanadas que le indican la hora. Quedaron paralizados en la década del 70: esperan que algo cambie, pero ellos jamás lo podrán hacer. -¿Abordaron el tema desde la comedia o el drama? -La encaramos desde el punto de vista de la comedia, pero al final le damos un toque bastante dramático. Creo que el público necesita reír, pero es necesario reflexionar sobre lo que nos está pasando. Hoy estamos bastante confundidos y la función del teatro es hacer reflexionar al espectador a través de la risa. -¿Después de los cacerolazos, seguís pensando lo mismo de la clase media? -Sigo pensando que la clase media no tiene un gran referente ni una alternativa política. -Sin embargo, fue un paso adelante... -En general me parece que la clase media se movilizó porque le tocaron el bolsillo. Tengo 50 años y nunca vi una situación de tanta movilidad. El problema es que a veces se confunden como una misma cosa los reclamos de la clase media, con los desocupados y los piqueteros, a quienes les tocaron el estómago. Lo bueno es que nos estamos dando cuenta que ya no queremos figuritas repetidas. Esta crítica desde el teatro sirve para pensar qué hacemos a partir de ahora. -¿Eso también es una crítica al poder? -Es que parecería que los poderosos son intocables. En la dramaturgia argentina hay textos muy interesantes sobre estos temas, desde Florencio Sánchez y Gregorio de Laferrere en adelante, y creo que es necesario volver al teatro de texto sin una actitud solemne. Uno tiene que ser irreverente y anárquico, especialmente en el arte. "El patio de atrás" va hoy, a las 19.30, en Amigos del Arte, 3 de Febrero 755.
| Marciani cree que "la función de todo arte es cuestionar". (Foto: Hugo Ferreyra) | | Ampliar Foto | | |
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