| | cartas Es tarde para llorar
| Mientras nuestros vecinos de Brasil todavía están festejando la obtención de un nuevo título mundial de fútbol, los argentinos tratamos de encontrar explicación a nuestro fracaso, que no se debe solamente al error del director técnico, cuya solvencia no puede ponerse en duda. Lo real es que, por cuestiones políticas y económicas, los campeonatos argentinos están regulados, digitados y preparados para que salgan beneficiadas las instituciones como Boca y River, en un "bipartidismo" que deja casi contentos al 80 por ciento de los argentinos y futboleros. Los jugadores de todos los clubes lo saben y proceden en consecuencia. Tratan de que estos clubes los contraten, o si no alguno del exterior, y a sus campeonatos zonales y de clubes les presten la mínima expresión. Los que no son consecuentes son perseguidos, tarjeteados y suspendidos. Y para completar, esto mismo sucede con los árbitros de fútbol. Como esta máquina tiene que estar bien aceitada, los dirigentes también deben deponer ambiciones o sus clubes terminan perdiendo sus respectivas categorías o la ayuda financiera o judicial. Un país en serio debe serlo en todos los órdenes, incluido el fútbol. Rosa Cáceres
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