Año CXXXV
 Nº 49.533
Rosario,
lunes  08 de
julio de 2002
Min -2º
Máx 8º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






Se conocieron en el chat y ahora se encuentran para ayudar a otros

Carina Bazzoni / La Capital

Empezaron llamándose Madame-Natacha, David-Diván o Perdí-mi-celular. Sala de chat mediante, se contaron sus vidas, compartieron problemas, y tejieron odios y amores. Desde hace unos meses se animaron a conocerse, a llamarse Alejandra, Luis y Pedro, y siguieron hablando de las mismas cosas, pero esta vez cara a cara. Este fin de semana se encontraron en un restaurante de Rosario donde sumaron más de 100 personas a la mesa. Y además comenzaron a armar una red solidaria de asistencia donde se intercambian servicios, se consiguen remedios y se juntan alimentos para distintas instituciones. Se llaman El Club de los 50, dicen que recurrieron al chat para "estar menos solos" y que de esta manera pudieron "superar fobias y depresiones".
Todo comienza después de las 20, ni bien los pulsos telefónicos entran en tarifa reducida. Entonces, los miembros del Club de los 50 cliquean www.aol.com.ar y se hace imposible eludir la cita. "Nos encontramos todos los días; si no, nos extrañamos. Es más, cuando hay gente cenando en casa no puedo evitar pensar cuándo se irán para empezar a chatear", asegura Alejandra O'Konnor.
Alejandra tiene 39 años, está desocupada y desde hace un año funciona como el alma máter del grupo. Ella fue, justamente, quien impulsó los primeros encuentros del club en Buenos Aires. Al principio no llegaban a reunirse en una mesa de bar, pero ahora son más de 100 y la convocatoria superó las barreras de la General Paz. La semana pasada se encontraron en la ciudad de Santa Fe y este fin de semana lo hicieron en Rosario. "Somos como una gran familia con parientes en Córdoba, Mendoza, Santa Fe, San Luis, Bariloche, Neuquén y hasta México, Estados Unidos y Francia", dice Alejandra.

Con ganas de ayudar
Y como a cualquier familia, la crisis no les fue indiferente. "Algunos estamos desocupados y, a partir del chat, empezamos a intercambiar servicios. Yo soy enfermera y puse inyecciones y cuidé abuelos a cambio de trabajos de pintura o electricidad. También hicimos campañas para conseguir ciertos medicamentos. Cuando se puede, tratamos de ayudar", cuenta Alejandra.
Ahora, el club comenzó también a juntar alimentos para algunos comedores comunitarios. Cuando se reúnen ninguno se olvida un paquete de yerba, una botella de aceite o una caja de leche, y después se encargan de repartirlos.
"Es que, además de hacernos amigos o ponernos de novios, pensamos que ya que agrupamos a tanta gente podemos hacer algo por otros. Es como tener otros fines". De esta forma, como de rebote, Alejandra toca un punto crucial: "La gente que chatea tiene muchas característica. Pero si tenés que definirla todos tienen algo en común que es, en mayor o menor grado, la soledad. Quienes chateamos somos gente solitaria".
Así, no es de extrañar que en las salas de chat se tejan simpatías, amistades y hasta parejas. Es más, la semana pasada los miembros del club llegaron a celebrar un casamiento.
"Las parejas que se forman en el chat generalmente duran. Porque aprendés a conocer a la gente de otra forma. Primero te encontrás con su interior y recién después lo hacés con su aspecto físico. Así, cómo no te vas a enamorar", se pregunta Alejandra. Habrá que probarlo.



El club tiene "socios" de todo el país y también del exterior. (Foto: Angel Amaya)
Ampliar Foto
Notas relacionadas
Besos cibernéticos
Diario La Capital todos los derechos reservados