La jueza en lo Correccional Elena Ramón desestimó la causa que la policía le abrió a un empleado judicial para justificar su arresto irregular y por ello la archivó. El detenido había sido conducido a una comisaría porque no tenía su identificación personal y cuando contó que trabajaba en los Tribunales no le creyeron y lo tomaron como una ofensa. "Qué vas a trabajar vos en Tribunales, negro de mierda". "¿Qué hacés ahí, lavás los baños?", le dijeron, según declaró después el detenido, que pasó 11 horas en la seccional. Después le iniciaron el sumario por amenazas y resistencia a la autoridad que elevaron al juzgado de Ramón. Ahora la jueza cerró el caso al considerar que estos delitos no existieron. Este sumario policial, se presume, fue labrado para justificar la demora en liberarlo. Con esta resolución, la imputación contra el trabajador judicial quedó sin efecto. Desde la comisaría sostuvieron una versión opuesta a la que el empleado dio en su denuncia. Dijeron que fue él quien intimidó y maltrató a los policías invocando su lugar de trabajo. La medida favorece a Gustavo Ríos, empleado de un juzgado de Menores y miembro de la comisión directiva del gremio de los empleados judiciales. Ríos tiene 39 años y es morocho, algo que al parecer contribuyó para aumentar la ira de los policías. La acusación por amenazas y resistencia a la autoridad la habían hecho un par de efectivos de la comisaría 5ª de Italia al 2100 el 17 de junio después de excederse largamente del plazo legal del que disponen -seis horas- para chequear los antecedentes de una persona. Todo había comenzado cuando los efectivos pidieron a Ríos su DNI en la calle y como no lo tenía se lo llevaron detenido por averiguación de antecedentes. Con esa excusa sólo podían retenerlo 6 horas en la seccional, pero a Ríos lo encerraron por más de 11 y la apertura de un sumario presumiblemente fue para justificar esta demora. Ríos esperaba la llegada de un ómnibus en Ovidio Lagos y 27 de Febrero que había partido desde San Nicolás y en el que viajaba su mujer. Fue en ese momento cuando los policías lo abordaron. Como no tenía su documento, uno de ellos le preguntó dónde trabajaba y cuando dijo que era empleado judicial los efectivos no le creyeron. Entonces lo cargaron en un patrullero, lo llevaron a la comisaría y lo encerraron en un calabozo. Pasó la noche allí, junto a presos comunes, y en todo momento quedó en claro que habían interpretado su respuesta como un intento por engañarlos. "¿Qué hacés vos en los Tribunales, limpiás los baños?", le dijeron los mismos policías entre otros comentarios por el estilo. No lo soltaron hasta las 9 de la mañana del día siguiente después de notificarle que estaba acusado y que esto daría origen a una imputación en el marco de una causa judicial. Tres días después Ríos hizo la denuncia ante el fiscal Ismael Mamfrín y éste ordenó la apertura de una investigación judicial que está a cargo del juez Carlos Alberto Triglia. Pero en la causa que tramitaba la jueza Ramón a raíz del sumario que le abrieron en la comisaría 5º él era el acusado. Ahora ese causa ya no existe, mientras la otra sigue su curso. La semana pasada Triglia tomó declaración a la mujer de Ríos, quien contó un episodio singular que se suma a la situación por la que atravesó el empleado judicial. "Me dijeron que me fuera a casa, que me quedara tranquila porque al averiguar los antecedentes lo soltarían. Yo les dije que igual me quedaría porque así me sentiría más tranquila y entonces uno de los policías me preguntó: «¿Qué pasa, tiene miedo que lo matemos?»". La mujer no supo qué decir pero no se movió de la seccional.
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