Un ratón carnívoro, el "hocicudo rojizo", fue sindicado como el causante de las mutilaciones de los cadáveres de vacas aparecidas en los últimos días, indicaron ayer autoridades del Servicio Nacional de Sanidad Animal (Senasa) y la Universidad Nacional del Centro (Unacen). Las autoridades de ambos organismos, en coincidencia con lo informado la semana pasada por la Facultad de Veterinaria de la Universidad Nacional de Rosario, precisaron que las vacas murieron -como es habitual en esta época- de males como "neumonía o mancha", y descartaron que se trate de una epidemia.
El ratón, cuyo nombre científico es oxymycterus, actuó sobre los animales ya muertos, y a ellos se sumaron también zorros y aves carroñeras, explicaron. Sus rastros fueron detectados por los especialistas, quienes llegaron a dar con los roedores dentro de los cadáveres e incluso los filmaron cuando se alimentaban.
A partir de estos datos, el presidente del Senasa, Bernardo Cané, descartó que estos fenómenos los hayan causado "enanitos verdes o platos voladores", y aunque no aludió al "chupacabra", lo incluyó en forma elíptica. Cané presentó ayer esta explicación en una conferencia de prensa que ofreció en la sede del organismo que preside junto al rector de la Unacen, Néstor Auza, y otros especialistas de la casa de altos estudios.
Auza precisó que tomaron contacto con un patólogo del estado de Texas, Estados Unidos -donde en los años 70 hubo casos similares-, y veterinarios de la Universidad Nacional de Río Cuarto y La Pampa, para concluir que la situación no entraña riesgo en la "salud de los animales ni en los alimentos".
A partir del análisis de 30 cadáveres hallados en dieciocho estancias, los especialistas concluyeron que "las muertes de los animales responden a causas naturales" y descartaron "todo indicio de radiactividad", en alusión a naves extraterrestres.
Además, dejaron de lado "la acción de narcóticos" que sugirieron algunas versiones para sostener sin pruebas que "adormecían a los animales para inmovilizarlos y mutilarlos". También rompieron el mito del "corte neto" al asegurar que "por observación directa y bajo lupa" se constató que "las lesiones fueron ocasionadas por predadores" y no por acción de un cuchillo o bisturí, de manera que no se usaron sistemas de calor o de cauterización.
Auza relató que detectaron "roedores dentro y alrededor de los cadáveres en el momento de ingerir los tejidos", que los atraparon y los alimentaron con animales muertos, pudiéndose probar así que tenían "una especial voracidad por los órganos".
Además de los "hocicudos rojizos" actuaron como carroñeros zorros que proliferan en esta época y que dejaron materia fecal cerca de los cadáveres, al igual que algunas aves que hicieron lo mismo sobre las reses. El oxymycterus fue calificado ayer como un roedor autóctono "poco desarrollado" en Argentina, cuya población sufrió una explosión en los últimos años y que cambió sus hábitos alimenticios: dejó de comer insectos y lombrices, para dedicarse ahora a la carroña.
La veterinaria Ofelia Tapia, de la Unacen, destacó que "cualquiera que ande por el campo sabe que hay proliferación de zorros", por lo que el informe oficial destaca que "es indudable que existen una serie de factores ambientales que impactan en el ecosistema y en los hábitos de las especies".
Tampoco avispas
Tal como hizo el Inta Bariloche la pasada semana, Auza también descartó que las mutilaciones las hayan causado las avispas carnívoras europeas "vépsula germánica", tal como había estimado un investigador argentino, y como sostuvieron ayer algunas autoridades de Uruguay.
Cané descartó con fuerte tono irónico que "Argentina esté invadida por ratones", y atribuyó la preocupación generada a la forma en que fue divulgado el fenómeno y al hecho que "varios formadores de opinión dijeron cosas distintas, muchas de ellas disparatadas". Pero "la investigación debe continuar", puntualizaron los expertos. Un especialista en fauna deberá definir ahora qué se puede hacer con los hocicudos rojizos y develar al menos dos incógnitas: por qué se multiplicaron y si el cambio de hábito alimentario se debe a que faltan lombrices. (Télam)