| | cartas Al doctor Raúl Alfonsín
| Al poco tiempo de dejar usted la primera magistratura, se constituyó como presidente del principal partido de oposición, lo cual condicionó y sujetó a la Unión Cívica Radical a su gestión de gobierno y el partido no exhibió el perfil que se debía imponer en consonancia a las circunstancias políticas. En 1993 fue responsable del Pacto de Olivos, dejándonos a todos los militantes radicales de espaldas a la sociedad, a contramano de nuestro discurso y asumiendo un costo sumamente alto. Presionó a De la Rúa para que su sector ocupara espacios estratégicos dentro de su gobierno. A meses de asumir De la Rúa, con sus intervenciones en los medios de comunicación contribuyó con una campaña que tenía como objetivo erosionar el capital más preciado que puede tener una gestión de gobierno: la confianza de la población. En los momentos más críticos de la presidencia de Fernando De la Rúa no le brindó el apoyo que necesitaba, más allá de que coincido con usted en que De la Rúa se encerró dentro de un círculo de influencias que muy poco tenían que ver con nuestro partido y no valoró la estructura de que dispone la Unión Cívica Radical en su conjunto. Sus intervenciones públicas proponiendo un cambio de modelo económico y sugiriendo la devaluación monetaria favorecieron a intereses políticos y económicos, que influyeron decisivamente en la ruptura del orden institucional en diciembre del año pasado. Hoy, esos grupos gozan de los beneficios otorgados por un gobierno que se erigió prioritariamente para privilegiarlos, a costa del empobrecimiento de la mayoría de los argentinos (la caída abrupta del poder adquisitivo y por consiguiente del PBI) y al cual usted, junto con un grupo de dirigentes de su riñón, le brindaron el consenso necesario para concretar un proyecto que se había frustrado en las elecciones del 24 de octubre de 1999. Una de las principales causas del descrédito que se ha ganado la dirigencia política es porque una generación de la cual usted forma parte no supo o no quiso aceptar sus tiempos y dar lugar a una renovación de cuadros, en todos los ámbitos de desarrollo de la actividad política, ya sea en funciones públicas o partidarias. Alberto Arias
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