Orlando Verna / La Capital
Pablo Sirvén habla claro. Los medios de comunicación son su especialidad y por eso ya ha ganado premios por su trabajo de crítico e historiador de la televisión. El panorama es complicado para el país y no se escapa nadie. Los efectos de la hecatombe económica en los mass medias argentinos fueron el tema de su conferencia el viernes en el ciclo "Los periodistas y la crisis", material que adelantó en una charla con La Capital. -¿Cómo modificó la crisis el escenario de los medios? -El de hoy es un escenario reducido, con pronóstico reservado y un estrepitoso descenso en la recaudación publicitaria. A partir del 20 de diciembre empiezan a tener más fuerza algunas expresiones mediáticas como los cacerolazos, las asambleas populares, los escraches, los contraescraches. El protagonismo lo tienen las manifestaciones colectivas. Además se observa la aparición de personajes marginales para la prensa como Luis Zamora y Adolfo Rodríguez Saá. Estamos en un momento de gran movilidad de contenidos y una gran desorientación dentro de los medios. -¿Hay otros formatos propios del momento? -Con la caída del Muro de Berlín y la asunción de Menem en 1989, el mercado se transforma en el discurso hegemónico, desaparecen las antinomias y aparecen nuevos formatos televisivos. A caballo de la falta de debate y de la versatilidad tecnológica se detonan formatos tan cuestionados como el talk show, el reality show y el reality game show. Se desarrolla así un mecanismo de espionaje farandulero que desemboca en una cantidad imparable de chimentos. Un fenómeno llamado cultura del fisgoneo. -Encima ahora además de ideas falta dinero... -Claro. En los años convertibles el premio mayor en el programa de Susana Giménez era de un millón de dólares, y ahora es un contrato de trabajo precario por seis meses en "Recursos humanos". -¿El auge de los programas periodísticos significa un compromiso de los medios con la gente? -Creo que los medios siempre fueron funcionales al poder. En la década menemista, obviando discutir cosas que debimos haber debatido. Hoy en medio de tanta incertidumbre hay una demanda mayor de programas periodísticos con estilos bien diferentes. La televisión no se caracteriza por ser un medio prudente y mesurado, todo lo hace dramáticamente exagerado. -¿Existe ya la televisión post-convertibilidad? -Sí, es una televisión empobrecida, con recursos escasos, con cachets reducidos o con estrellas que trabajan sin cobrar, o como Tinelli que anunció su viaje a Japón y después no fue por falta de presupuesto. El otro extremo son los programas financiados desde el exterior como "Rebelde Way" o "Mil millones" porque ahora "somos competitivos" para exportar. -Hablando de Tinelli, "VideoMatch" arrancó con 37.9 puntos de rating y la semana pasada perdió con "Son amores" 29 a 25. ¿A qué se debe semejante bajón? -Es un programa con 13 años en el aire pero no creo que esté gastada la fórmula. Sí creo que es programa muy conservador, que no cambia, que ya vivió esta situación con "Gasoleros" y que se durmió en los laureles. Además tiene las cámaras ocultas donde a veces se denigra a las personas, en su mayoría mujeres, un recurso ya demasiado reiterado. -Si Tinelli no cometió errores, ¿qué tiene de bueno "Son amores"? -Es la fórmula que proponen Suar y Pol-ka: nada de coyuntura y mucha evasión. -¿La posible postulación política de Tinelli tiene algo que ver? -No se con qué grado de seriedad lo dice en un terreno social muy peligroso. Además con los chistes fuertes sobre los bancos, la nueva edición de "Gran Cuñado" y los duros sketches de Los Gauchos y Los Raporteros, Tinelli editorializa y se politiza. Hay que reconocer también sus reflejos para generar un humor popular, que va a los bifes, muy diferente al de Pergolini en "CQC", que es más intelectual. -"CQC" ya no sorprende, ¿quiere decir que la tele está narcotizada? -Es complicado mantenerse fresco y renovado en un momento de vacas flaquísimas, donde la gente está dispersa y no hay audiencias leales. A excepción de "Son amores" y "VideoMatch", la mayoría de los programas están por debajo de los 10 puntos de rating, debido también al zapping del cable. Esto pone muy nerviosa a la tele abierta, que reacciona con facilismos, recursos que golpean, pero obtienen ratings efímeros, como el humor light farandulero del "Indomables" de Mauro Viale. -Hace pocos años atrás las productoras independientes le insuflaron aire nuevo a la TV, ¿se observa hoy algún fenómeno similar de renovación? -Las productoras independientes fueron un salvavidas para la tele porque compartieron riesgos con los canales. Fue una tercerización que ya había sucedido en los 60, y que terminó con productoras ricas y canales pobres. Pero muchas de aquellas se sobredimensionaron y hoy no están o están a punto de desaparecer como BusTV de Repetto o Cuatro Cabezas de Pergolini. Pol-ka se salvó asociándose con Canal 13. -¿Qué se espera para el futuro? -Lo decidirán en los próximos dos años los grupos extranjeros que son dueños de los canales, como el caso de Telefónica, hoy propietario de Telefé y Azul, del cual se quiere desprender. Se habla de la llegada de grupos brasileños o mexicanos. El problema hoy por hoy es que ningún canal se salva con una buena medición de rating. Habrá que acostumbrarse a temporadas más cortas y al recorte de programas propios.
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