Mientras el gobierno, los bancos y el FMI discuten la reestructuración del sistema financiero, los sectores productivos del interior que tienen chance de seguir operando en el nuevo escenario económico intentan resolver como pueden sus propias urgencias crediticias.
Es el caso del sector agropecuario, que recibe un mayor ingreso en pesos por su cosecha y asiste a un incremento real del valor de la hacienda pero que al mismo tiempo no siembra trigo ni avanza con proyectos de inversión debido a la falta de crédito y capital de trabajo. En distinta medida, esta realidad es compartida por diversas empresas del sector metalmecánico y otros rubros industriales que quieren participar del incipiente proceso de sustitución de importaciones.
En Santa Fe, al colapso del sistema bancario se sumó recientemente el síndrome del Banco Bisel, que afectó no sólo a los depositantes sino al movimiento transaccional. Tras la huida de los franceses y administrado ahora por el Banco Nación, el caso de esta entidad representó un desafío para los empresarios y autoridades locales, que supieron movilizarse para conseguir los redescuentos que le negaba el Central pero que aún no logran articular una propuesta para recrearla como movilizadora del crédito regional.
Más allá de las discusiones respecto de las responsabilidades que le cabe a cada actor en esta historia, es un hecho que el modelo de concentración e internacionalización del sistema bancario cayó con el corralito y lo que viene es la discusión sobre cómo recuperar la generación y movilización del ahorro a nivel regional.
Así, surgen iniciativas dentro de las cadenas de producción para darse crédito entre sus integrantes, nuevas figuras como los fideicomisos, el factoring o los préstamos supervisados. Y crece una corriente que demanda volver a los orígenes, revalorizando el papel de las cooperativas y mutuales que tienen fuerte presencia en el interior.
Carlos Seggiaro, economista del Programa Fortalecer de la Federación Agraria Argentina, partió del siguiente diagnóstico: "El sistema financiero que conocimos está quebrado, no tiene un problema de liquidez sino directamente de insolvencia, y el nuevo sistema que se está definiendo en las negociaciones con el FMI moverá apenas un tercio o un cuarto del volumen de dinero que se manejaba en la década anterior, con una operatoria meramente transaccional".
En ese sentido, y con la consigna de que "los productores no pueden esperar nada de arriba", Seggiaro está coordinando desde la Fundación Fortalecer un trabajo para recrear "actores que medien entre el ahorro local y la necesidad de crédito en esa misma región". Ya hay experiencias en marcha en Entre Ríos y Córdoba, en esta última provincia a partir de cooperativas eléctricas.
El economista explicó que, con un aporte inicial de estas entidades, se crearon mutuales de crédito que financian las necesidades más urgentes de la economía local.
"En todas nuestras comunidades existe un caudal de ahorro que no es despreciable, en los 90 vimos como la mayor parte de esa plata terminaba exportándose merced a la concentración bancaria", recordó y explicó que "de lo que se trata ahora es de recuperar esa capacidad de movilizar recursos con entidades que les brinden confianza a los depositantes".
Las mutuales
Confianza es precisamente lo que falta, lo cual implica definir cuidadosamente cuáles serán estos nuevos administradores de crédito. Víctor Rosetti, presidente de la Federación de Entidades Mutualistas, señaló que "después de lo que pasó con el sistema financiero hay que recrear uno nuevo desde abajo" y aseguró que las mutuales de ayuda económica diseminadas por el interior están llamadas a ocupar ese espacio porque "son las más arraigadas en las distintas comunidades".
Aun cuando las mutuales también sintieron el impacto del corralito, debido a que sus fondos están depositados en bancos, Rosetti señaló que "nuestras entidades no tuvieron feriados bancarios, ni cerraron las puertas ni fueron motivos de escrache, porque siempre hubo disposición para solucionar los problemas".
La Federación de Mutuales presentó un proyecto que está próximo a ser aprobado por la Cámara de Diputados, para operar en forma coordinada con el Banco Nación. Se trata de armar una suerte de fondo "aislado" de la operatoria general de la entidad financiera en el cual todas las mutuales depositarían sus excedentes, de forma de potenciar estos recursos bajo la fórmula de créditos a la producción. Estas organizaciones, a su vez, prestarían servicios y ofrecerían productos del banco en su zona.
"El sistema sería controlado por una comisión integrada por representantes del Nación, de las mutuales y del Estado, y se hace por ley para que quede bien claro cuáles son las obligaciones de cada parte", indicó Rosetti, quien enfatizó que la condición básica es que "estos fondos estén totalmente disponibles".
Las 980 mutuales de ayuda económica que existen en el país movilizaban hasta el año pasado unos 1.500 millones de dólares/pesos, buena parte de los cuales deben ser depositados en bancos. La oferta crediticia de estas organizaciones pasa básicamente por créditos personales, cambio de valores comerciales y créditos cortos para la producción, a tasas que, según Rosetti, "son más ventajosas que las de un descubierto bancario, siempre dentro de una economía inflacionaria".
El objetivo del convenio con el Nación es sumar recursos para ampliar y mejorar la oferta de préstamos a la actividad productiva. El presidente de la Federación asegura que hay una demanda real en tal sentido, ya que "el número de transacciones que se realizan ante las mutuales creció desde la crisis bancaria".
También anticipó que la entidad está trabajando para desarrollar herramientas similares a los fideicomisos. "Hay una capacidad de acumulación en la explotación agropecuaria que todavía no tiene un canal por el cual moverse", señaló, y recordó que en Canadá "el 57% de los depósitos lo manejan las cajas de crédito asociadas con un banco de segundo piso".
El economista de la Fundación Mediterránea Tulio Cecconi no duda de que el crédito que viene dependerá de la revalorización de las cooperativas y mutuales que operan en el interior.
Recordó que "en su momento surgieron precisamente por la falta de bancos y ahora que estamos más abajo que cero, lo que queda es volver a recrear esta red que funcionó bien hasta que comenzó a ser perseguida por el Banco Central", dijo.
"Estas entidades tendrán un rol fundamental en manejar el clearing, en momentos en que lo que existe es una economía de trueque, y dentro de la cual se necesita alguien confiable que garantice y avale los intercambios de saldos entre operadores de distintas zonas", agregó.
Para el economista, la urgencia en materia de crédito transaccional hace que los operadores comerciales no puedan esperar el diseño de un nuevo sistema bancario, con lo cual "el Estado debería estimular o al menos no trabar el desarrollo de estas entidades".
Los caminos del préstamo
Créditos supervisados, fideicomisos productivos, espacios regionales de inversión local, factoring, son algunas de las herramientas que se discuten para enfrentar la urgencia de crédito. El dato novedoso es que, en su mayoría, están asociadas a la necesidad de impulsar proyectos productivos.
Entre estas posibilidades, los fideicomisos picaron en punta. El director del Banco de Inversión y Comercio Exterior (Bice), Miguel Paulón, destacó que hay cerca de una decena de proyectos que darán a luz en los próximos 30 a 60 días.
En el centro-norte de Santa Fe hay una iniciativa que está en la etapa final de organización y consiste en un fideicomiso para financiar el engorde de terneros. En el sur, hay al menos dos proyectos en marcha para financiar la compra de insumos para la próxima cosecha gruesa.
"Además de las ventajas que tiene el sistema en sí, el fideicomiso permite atar el crédito al proyecto productivo, no aumenta el circulante y permite canalizar el crédito regional en zonas que fueron tradicionalmente exportadoras de depósitos", señaló Paulón.
Los fideicomisos son figuras que ya existen en el país y que recibieron impulso a partir del año 95, con la intención de canalizar fondos de las AFJP hacia el crédito al sector privado. Llegó a mover en su momento unos 1.000 millones de dólares/pesos.
Con los títulos públicos en default y con pocas oportunidades de negocio, las administradoras de fondos están mirando con cariño este sistema.
"Se está trabajando en fideicomisos para prefinanciar exportaciones y viviendas, que estarían disponibles antes de fin de año", dijo el presidente de la Unión de AFJP, Carlos Peguet. El directivo señaló que las administradoras están acumulando liquidez que pretenden volcar en proyectos productivos.
La financiación de cartas de crédito para la exportación es la operatoria que más tienta a las administradoras y a algunas compañías de seguros que están sondeando el negocio. Apuntan sobre todo a la crema de los exportadores más grandes.
A nivel de pymes, el movimiento viene sobre todo por las iniciativas de emprendedores locales y, en una primera etapa, apuntan a movilizar el ahorro regional. "El Bice, la Secretaría de Agricultura y el Iica (Instituto Interamericano de Cooperación Agrícola) están trabajando para promover esta herramienta y en algunos casos puede haber algún aporte del Estado como suscripción inicial", señaló Paulón.
Existe una demanda y algunos inversores que, frente a la falta de referencia de tasas de interés bancario y el costo que implica mantener el dinero en el exterior, están tentados a probar suerte apostando a este segmento, en la medida en que se garantice la confiabilidad de los administradores y de que se acote la fuerte incertidumbre política y económica.