El frenético paso de Elisa Carrió por Rosario dejó entre sus seguidores una satisfacción plena. Con una estructura partidaria cuasi virginal y sin apelar a lobbistas mediáticos, Lilita llenó Luz y Fuerza, y su presencia en la inauguración del local de ARI fue una verdadera apoteosis para la mayoría de sus seguidores, que se desesperaban por tocarla como si se tratara de una aparición supraterrenal. "Lo que pasa es que estamos acostumbrados a verla sólo por la tele; ahora la tenemos en carne y hueso", soltó con medida euforia a La Capital uno de los encargados de manejar la agenda de la diputada chaqueña en su estadía en la ciudad el jueves pasado.
Hay, sin embargo, dos hechos que preocupan a los referentes rosarinos y santafesinos del ARI: el excesivo personalismo y el discurso academicista de Lilita.
Carrió quiere imprimirle un carácter movimientista al ARI, pero, contradictoriamente, su estructura es demasiado rígida. Los que ven este contrasentido la justifican con un argumento que ella misma se encarga de verter públicamente: no apurar las alianzas electorales, ya que los procesos de acumulación política hacen síntesis cuando la sociedad lo reclama, no cuando los actores (léase dirigentes) lo requieren.
"Lo único que nos puede hacer fracasar es la ansiedad", suele decir Lilita, tanto en público como en privado, cuando la interrogan sobre la estrategia que debe enhebrar el ARI de cara a los futuros comicios. ¿Pesa aquí el estigma de la Alianza? "La gorda sabe que le van a empezar a pegar por ese costado, y ya en algunos medios la chicanean con que el ARI es el Frepaso con polleras. Esto lo tiene claro y no va dejar que la ataquen por ese lado", contestan.
Lo que unos ven en el discurso de Carrió como un hecho "renovador", otros lo consideran demasiado light frente a las urgencias de la coyuntura. Lilita se para frente a un auditorio -como ocurrió el jueves en Luz y Fuerza- como una profesora de teoría política. Cita al neomarxista Antonio Gramsci cuando describe las tribulaciones que necesariamente debe pasar la sociedad en el tránsito entre el nuevo al viejo orden político que se resiste a morir. O remite al libro "Tótem y tabú", de Sigmund Freud, para señalar que el nuevo contrato social ya no es propositivo, sino prohibitivo.
"Las explicaciones y comparaciones que hace son fantásticas. Pero yo preferiría un discurso más llano que no esté destinado a la clase media ilustrada. Está muy bien la prudencia, pero las elecciones se nos vienen encima y hay que sumar todo lo posible", dijo, entre bambalinas, un reconocido dirigente a La Capital. El hombre cree, además, que con esa estrategia comunicacional pierde terreno frente a Luis Zamora, quien disputa la misma franja social que Lilita pero con proclamas petardista.
Barriendo la provincia
Sin embargo, la maquinaria de campaña en Santa Fe está en pleno funcionamiento. La arquitecta de esta movida tiene nombre y apellido: Susana García, la intendenta de Chañar Ladeado y mano derecha de la diputada chaqueña.
Antes de arribar a Rosario, Carrió se reunió en la localidad de Fighiera con más de cien jefes comunales, concejales y dirigentes de la UCR de cinco departamentos. El tiempo que le demandó en fumar tres Marlboro le alcanzó a Lilita para comenzar a concretar la ingeniería política que le permita contar en la provincia con una pata radical que apuntale el proyecto nacional del ARI.
Flanqueada por tres de sus legisladores nacionales, y codo a codo con el presidente comunal fighierense Carlos Mariani (acaso el primer dirigente radical santafesino en levantar públicamente la bandera del éxodo), Carrió elaboró un discurso destinado a ayudar "en este proceso de divorcio".
"Todos los que estamos aquí venimos de distintos orígenes y, con dolor, nos hemos marchado de nuestros partidos, justamente por defender los principios que creíamos justos", recordó, y reconoció "comprender los procesos de este duelo", que significa romper con las estructuras partidarias.
La presencia de Carrió en Fighiera representó una importante movida de la legisladora en el marco de la estrategia que deberá desplegar en Santa Fe para socavar a Carlos Reutemann en su propio terreno. Con Hermes Binner todavía deshojando la margarita de su futuro (ver página 7), suena casi lógico que Lilita pretenda concretar la alianza con un sector de la UCR y, desde una posición más cómoda, seguir tentando al intendente rosarino, quien, a diferencia de Rubén Giustiniani, no está muy convencido de plegarse al ARI. Todavía tiene el recuerdo fresco de la fallida Alianza en su cabeza.
Tampoco es menos cierto que la posición del ARI en Santa Fe, estructuralmente hablando, es endeble. Para corregir esta falencia -decididamente fundamental a la hora de buscar y contar los votos- necesita de la aceitada estructura y credibilidad que todavía pueden ofrecer los dirigentes políticos del interior de la provincia: muchos de ellos legitimados cada dos años con diferencias tan abrumadoras que despiertan envidias en los lugares donde se detenta el poder real de la Argentina.