Año CXXXV
 Nº 49.524
Rosario,
sábado  29 de
junio de 2002
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Sí, ya me acuerdo. Entrevista al distribuidor de filmes
Héctor Balbi: "Titanic es la película que más espectadores tuvo"
Trabaja desde hace 55 años para la Warner Bros. y vio cómo se armaba el negocio del cine

Fernando Toloza / Valeria Krupick

Héctor Balbi tiene 79 años. Trabaja desde hace 55 para la empresa de cine Warner Bros, que se fundó en Estados Unidos en 1927. Hizo de todo, desde expedición y limpieza, hasta contaduría, viajante y gerente. Además de Warner, en las últimas dos décadas también se convirtió en el representante de los otros grandes sellos de Hollywood: Disney, Columbia y Fox.
Nacido en barrio Belgrano, en la esquina de Córdoba y Guatemala, hijo de padres rosarinos, como se enorgullece de resaltar, Balbi es un mapa viviente de los cines del Rosario de antaño. Por él pasaron, y siguen pasando, la mayoría de las películas que llegan a la ciudad.
-¿Cuándo empezó a trabajar para los estudios Warner?
-Entré a trabajar en la Warner Bros el 4 de noviembre de 1946, en expedición y limpieza. Con el tiempo fui ascendiendo y pasé al escritorio, ayudé en contaduría, salí a vender películas por los pueblos de la zona y también por el norte del país, y llegué a gerente. Menos de secretaria del gerente, estuve en todos los puestos que había (risas). Después también me dieron la representación de Columbia, Fox y Disney. Aunque no hago diferencias entre las compañías, mi corazón está en Warner. Hacer esta tarea en Warner me ha dado todo lo que logré en la vida.
-¿Cómo se vendía en los pueblos?
-Me iba con una valijita y seguía el recorrido del ferrocarril. Llevaba una lista de material y los dueños de los cines compraban por paquete: por ejemplo, veinte películas a cien pesos cada una. Después el cliente venía a Rosario y programaba de acuerdo al contrato que había hecho conmigo.
-¿Siempre iba en tren?
-Sí, porque como la mayoría de los caminos eran de tierra, si llovía no se podía entrar y la gente se quedaba sin las películas. Al hacerlo en tren usted tenía la garantía de que siempre llegaba.
-¿Veían el material antes de venderlo?
-Muchas veces no sabíamos gran cosa de las películas, porque la información no era instantánea como ahora, tardaba meses, e incluso un año en llegar. Siempre me acuerdo de "Belinda", una película que poníamos al final de la lista hasta que nos enteramos que se había estrenado en Estados Unidos con un éxito increíble y entonces desde allá nos bajaron la orden de que teníamos que ponerla primera en la lista y venderla a porcentaje, sin hacer promedio con otras películas. Fue uno de los mayores éxitos que conocí.
-¿Cuál fue, aparte de "Belinda", la película más exitosa que recuerde?
-"El exorcista". Fue la película que más gente llevó en su primera semana de exhibición. La estrenamos en simultáneo en el Radar y en el Palace y los primeros siete días metimos 48.900 personas. ¡No sabe la cantidad de gente que sacábamos desmayada! La parte fatal era cuando la chica (Reagan, interpretada por Linda Blair) se clavaba una aguja en el cuello. Después otras películas superaron a "El exorcista" al contabilizar la gente que llevaban en todo el mes. La película que más gente llevó en Rosario sigue siendo "Titanic", con 212 mil personas, y eso que duraba tres horas.
-¿Los estudios les escapaban a las películas de larga duración?
-Creo que sí, porque antes las películas no duraban más de una hora y media. Eso acá en Rosario, pero cuando llegaban a los pueblos, después de haber sido paseadas por las grandes ciudades, estaban bastante deterioradas y duraban 70 u 80 minutos (risas), pero la gente las veía igual. Era el divertimento de la época.
-¿Es un mito lo de las latas cambiadas y la gente viendo las películas armadas en cualquier orden?
-No. Lo de las latas cambiadas (en las latas venían los rollos con las distintas partes de la película) pasó infinidad de veces. Nosotros en Warner teníamos tres revisadoras, pero alguna película se les escapaba y era razonable que eso pasara. Hay que pensar que todos los martes nos llegaban entre 100 y 150 bolsas con películas, y a veces las chicas no daban abasto. Pero la gente no seguía viendo cualquier cosa. Protestaba y el proyectorista tenía que parar y arreglarla. Cómo sería el movimiento que todas las compañías tenían oficinas en Rosario. Warner estaba en San Luis 827; al lado tenía a Columbia y RKO, a la vuelta Fox, por Maipú Artistas Unidos y Paramount; por Rioja estaban Universal y Metro Goldwyn Mayer. Después, en los 70 todas esas oficinas fueron cerrando.
-¿Qué película sufrió el mayor fracaso?
-Fracasos rotundos no hubo, pero siempre me acuerdo de la época en que los dueños de los cines se querían morir porque alguna película metía 10 mil espectadores por semana. "¡Qué desastre!", decían uno tras otro. El tema es que estaban acostumbrados a películas como "Infierno en la torre", que llevaban a 25 mil personas por semana. Si hoy metiesen 10 mil por semana serían Gardel y Sinatra juntos.
-¿Y alguna por la que usted no hubiese apostado nada?
-Cuando surgió el rock trajimos una película que era un desastre, "Rock, rock, bamboleo frenético". No se escuchaba nada, era en blanco y negro, pero a la gente le encantó. Se ponían a bailar arriba del escenario y durante una semana la película tuvo gloria. Después cayó en el olvido.
-¿Qué cierre de cine lo afectó más?
-El Radar. Era "la" sala de Rosario, por su ubicación, por su arquitectura, por el trato de los empleados. Lo habían hecho los dueños del Heraldo con la plata que habían ganado pasando dibujitos. Lamentablemente no quedó ni un ladrillo. También me hubiese dado mucha pena que cierre el Monumental.
-¿Qué cine tenía mala fama?
-El Sol de Mayo, en Pellegrini y Corrientes, era muy especial. El día que llovía tenían que bajar la persiana para que la gente no se le metiese adentro cuando las 800 butacas de la sala ya estaban ocupadas. No les bastaba con cerrar la puerta. Se comía, se fumaba y desde arriba te tiraban sillas y diarios encendidos, entre otras cosas. Era una locura. Después se hizo cargo Rosendo Carbonel y lo cambió.
-¿Cuándo empezaron a pasar las películas "prohibidas para..."?
-Las empezó a pasar el cine Odeón, que estaba donde ahora se encuentra el Auditorio Fundación Astengo. Había una censura terrible y lo prohibido para menores eran cosas increíbles. Me acuerdo siempre del escándalo que causó "Arroz amargo", cuando Silvana Mangano se arremangaba la pollera y mostraba la pierna un poco más arriba de la rodilla.
-¿Y del cine argentino qué recuerda?
-No por calidad, pero me acuerdo de "La cigarra no es un bicho", porque es la primera película donde se pudo ver un amueblado (motel). También de otra película donde Luis Sandrini decía "¡Que pelotudo que soy!". La gente iba verla sólo para escuchar a Sandrini decir una mala palabra.



Balbi tiene 79 años y fue testigo de grandes cambios. (Foto: Gustavo de los Ríos)
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