Las evidencias fotográficas y fílmicas dejan poco margen para dudar de que el crimen de los piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fue perpetrado por un grupo de policías comandados por el ahora detenido comisario Alfredo Franchiotti. La revelación sacudió ayer al gobierno, que se vio obligado a relativizar la hipótesis de un complot en su contra y produjo el descabezamiento de la cúpula de la Policía Bonaerense.
El reconocimiento oficial de la masacre de Avellaneda provino del propio presidente Eduardo Duhalde: "De nuevo, quienes deben custodiar el orden son los que han llevado a cabo esta atroz cacería". Esta aseveración puso en off side al jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, quien el día de los incidentes avaló la versión de la Bonaerense. "En base a información de inteligencia, las muertes fueron consecuencia de los enfrentamiento entre los propios piqueteros", había dicho el ministro coordinador.
Pero la contundencia de los documentos fotográficos, además de varios testimonios, llevaron a Duhalde a hablar de "cacería" por parte de la indómita Bonaerense. Incluso recordó el asesinato del periodista José Luis Cabezas (ocurrido cuando él estaba a cargo de la Gobernación), y, como entonces, pidió que la muerte de los dos piqueteros se investigue hasta la últimas consecuencias. "La democracia no tolera que acontecimientos como estos puedan ser cubiertos por la impunidad", proclamó luego.
Aunque no quedó descartada la posibilidad de una maniobra conspirativa, sobre todo por la similitud con las imágenes que enlutaron las últimas horas de la administración de Fernando de la Rúa, la difusión de las fotografías motivó un cambio de orientación en el discurso oficial.
El cuarto hombre es la incógnita
Así tres policías, entre ellos el jefe del operativo para controlar a los piqueteros, el comisario inspector Alfredo Franchiotti, quedaron detenidos sospechados de los crímenes de Kosteki y Santillán. Existe un cuarto al que se está buscando. Además, las máximas autoridades de la Bonaerense, los comisarios generales Ricardo Degastaldi y Edgardo Beltracchi (jefe y subjefe de esa fuerza) renunciaron a sus cargos, que fueron aceptadas por el gobernador bonaerense Felipe Solá, quien a la vez rechazó la dimisión que le presentó el ministro de Justicia y Seguridad, Luis Genoud, por considerar que "no es conveniente que en este momento".
La renuncia de la cúpula policial será aprovechada por el poder político para tratar de profundizar la reforma de la fuerza de seguridad, incluso con el posible nombramiento de un civil al frente de la misma. Solá dispuso también intervenir la Jefatura Departamental de Lomas de Zamora y el Comando de Patrullas de Avellaneda, hasta ayer a cargo de Franchiotti.
Franchiotti y el oficial principal Carlos Jesús Quevedo se encuentran detenidos por su supuesta responsabilidad en las muertes de Santillán y Kosteki.
Por su parte, Duhalde luego de expresar su voluntad de esclarecer los hechos se reunió ayer con el ministro del Interior, Jorge Matzkin; el secretario de Seguridad, Juan José Alvarez, y el jefe de la Side, Carlos Soria, para intercambiar información.
Voceros gubernamentales indicaron que el presidente y los funcionarios "cruzaron información" y analizaron "material fílmico y fotográfico" que involucran a efectivos de la Bonaerense en los crímenes de los jóvenes piqueteros. Duhalde también se reunió con el jefe de la Policía Federal, comisario general Roberto Giacomino, para analizar las derivaciones de los violentos sucesos del miércoles pasado.
Los principales sospechosos de la muerte de los piqueteros (Franchiotti y Quevedo) quedaron arrestados tras declarar en los Tribunales de Lomas de Zamora. Luego el fiscal González, a cargo de la investigación, pidió oficialmente sus detenciones y también ordenó la aprehensión del suboficial Alejandro Acosta, del Comando de Patrullas, y del cabo primero Lorenzo Colman. Ambos aparecen vinculados al trágico fin de la protesta piquetera. Hasta anoche Colman no había sido ubicado.
La jueza Marisa Salvio deberá resolver si deja detenidos a los policías, lo que se concretaría en virtud de las pruebas obrantes en el caso. "Nosotros utilizamos postas de goma y tonfas (bastones largos)", había dicho Franchiotti el miércoles. Sin embargo, los cuatro policías que aparecen en la secuencia de fotos analizada tenían Itakas en sus manos. "Quien le disparó a Santillán no pudo haber sido otro que alguno de esos cuatro. Esto fue un homicidio liso y llano", sostuvo el procurador bonaerense Eduardo Matías de la Cruz.