Año CXXXV
 Nº 49.524
Rosario,
sábado  29 de
junio de 2002
Min 4º
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Editorial
Misión de alto riesgo

Los días que se avecinan serán testigos de una gran aventura en la cual los principales protagonistas son argentinos: el rompehielos "Almirante Irízar", de la Armada nacional, se dirige en estos momentos hacia el helado sur en una expedición de elevado nivel de riesgo. El rescate de los científicos y tripulantes varados en el buque alemán "Magdalena Oldendorff", que está rodeado por un campo de hielo en constante avance, tiene características épicas. Después de recorrer aproximadamente ocho mil kilómetros de mar, los expertos que viajan en el "Irízar" deberán evaluar de qué modo salvan de una muerte segura a un grupo de hombres que ahora están en medio de la oscuridad de la noche antártica, con los alimentos racionados y la angustia a flor de piel. El resultado de la misión es incierto.
La dificultad de las condiciones en que se desarrollará la empresa puede comprenderse si se piensa que en el Continente Blanco durante esta época del año no se ve la luz del sol en ningún momento del día, situación que comenzará a cambiar recién a partir del 20 de julio próximo, cuando haya una hora diaria de luz plena y dos horas y media de crepúsculo. Además, las temperaturas rondan los cincuenta grados bajo cero y los vientos adquieren considerables velocidades, lo cual genera inconvenientes en el desplazamiento de los helicópteros. En tales circunstancias deberán trabajar los integrantes del grupo de rescate. "Esta es una misión de alto riesgo y, por supuesto, es posible. Si no, no lo intentaríamos, pero tenemos una capacidad de éxito limitada", dijo el comandante Héctor Luis Tavecchia, enmascarando detrás de eufemismos técnicos los tangibles riesgos que se correrán en el transcurso de las operaciones.
En momentos como este, donde la persistencia de la crisis de la Nación debilita notoriamente la confianza de los ciudadanos en sus propias fuerzas, la misión del rompehielos tiene un oculto significado simbólico. Se trata de un grupo de compatriotas que deberán demostrar que funcionan como equipo en las circunstancias más adversas. De la cohesión que consigan dependerá su nivel de eficacia en las tareas de rescate. Como sociedad, la Argentina debería asumir una actitud semejante: romper con la fragmentación, deponer sectarismos y construir consensos sobre la base del diálogo. Y entrar en acción a posteriori, con un coraje que no implique la anulación de la lucidez. El futuro dirá si los hombres del "Irízar" logran cumplir con su difícil objetivo. Ese mismo futuro que también esconde, entre los duros días que vendrán, el destino que aguarda a los argentinos.


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