Jorge Salum / La Capital
Rubén Néstor Pérez tenía seis chicos, vivía en Wilde (Buenos Aires) y estaba desocupado. Vino a Rosario para visitar a su madre y buscar trabajo y sólo consiguió algunas changas de albañilería. Cuando había juntado 120 pesos decidió regresar a su casa para llevarle el dinero a su familia justo cuando comenzaban las clases y suponía que más lo necesitarían. Nunca llegó a destino: un cuchillo le atravesó el pecho y murió frente a su madre, en barrio Empalme Graneros. Pérez estaba subiendo a un taxi para ir hasta la terminal de ómnibus cuando al conductor lo asaltaron. Asustado, salió corriendo y un hombre y una mujer lo persiguieron unas cuadras. El hombre le dio la puñalada por la espalda cuando estaba a punto de llegar a la casa de su madre. "Abran la puerta que me lastimaron", alcanzó a decir cuando ya había recibido un puntazo en el pulmón. Llamaba a Antonia, su mamá. La que abrió fue Hilda González, una amiga de Antonia que se descompuso al verlo herido de muerte. Un mes y medio después del crimen la policía detuvo a los tres delincuentes -dos hombres y una mujer- que participaron del atraco. Ahora dos de ellos fueron procesados por el juez de Instrucción Nº 10, Alfredo Ivaldi Artacho, como coautores de robo seguido de muerte. Si llegaran a condenarlos, les corresponderá una pena que va desde los 10 años de prisión a la perpetua. Según se presume, el asesino de Pérez es un chico de 17 años que está a disposición de un juez de Menores. Sus cómplices en el atraco fueron Aníbal Fabián Perichón, de 19, y Olga Susana Casares, de 21, que es la pareja del homicida. Ellos son los procesados. En la misma resolución el magistrado dictó el sobreseimiento para otro sujeto que estaba sospechado y que no tuvo nada que ver con este caso. En un primer momento la policía detuvo a otras personas por su presunta participación en el hecho, pero más tarde se comprobó que eran inocentes. Recién un mes después, tras una investigación encabezada primero por el juez Juan José Pazos y luego por el propio Ivaldi Artacho, se pudo identificar a los verdaderos autores. Perichón es un muchacho violento y de hecho estaba sospechado de haber perpetrado cuatro asaltos contra taxistas, todos ellos en el radio de unas pocas cuadras. Sin embargo sólo se pudo comprobar su participación en uno de ellos, que ocurrió el Domingo de Pascuas (31 de marzo) a las 17 en Juan B. Justo y Campbell. Ese día, después de abordar el coche en Juan B. Justo y avenida de Circunvalación junto a otro muchacho y dos mujeres, Perichón se hizo trasladar hasta el lugar del atraco. Allí amenazó al conductor con un revólver y le robó el equipo de radio y una cartera con documentos. Fue lo que intentó hacer con el taxista que estaba a punto de trasladar a Pérez hasta la terminal de ómnibus. La víctima acababa de despedirse de su madre y de una vecina, Hilda González, y se disponía a regresar a Buenos Aires para ver a sus hijos. Desde el lugar del robo, en el cruce de Génova y Barra, corrió 200 metros para intentar refugiarse en la casa materna. Estaba a punto de atravesar la puerta cuando lo acuchillaron. Alcanzó a entrar pero murió desangrado. Fue el 4 de marzo, a las 5.30 de la mañana.
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