"Para esta noche se anuncia el estreno de la zarzuela «La gente honesta», cuyo autor reside en esta ciudad. Se hacen comentarios sumamente favorables sobre esta obra". El anuncio apareció en la edición de La Capital de hace hoy cien años. El escritor aludido no era que otro que Florencio Sánchez, el gran dramaturgo, que daba sus primeros pasos en Rosario.
Sánchez (1875-1910) llegó por primera vez a Rosario en septiembre de 1898. Recomendado por el escritor Alfredo Duhau, había sido contratado como secretario de redacción del vespertino La República, vocero de la Unión Cívica Radical que dirigía Lisandro de la Torre y comenzó a publicarse el 10 de septiembre del año mencionado. Después de unos meses, "incapaz de someterse a ninguna disciplina de trabajo", según De la Torre, Sánchez renunció a su puesto y se dirigió a Buenos Aires.
A mediados de 1901, regresó a la ciudad para trabajar en el mismo diario, que tenía nuevo dueño: Emilio Schiffner, vicepresidente del Concejo Deliberante y con pretensiones en las elecciones provinciales de octubre de ese año. Sánchez comenzó a escribir una columna a la que llamó "Desenvainen y metan ¡Viva Freyre!", que aludía burlonamente a la voz con que la policía se identificaba para reprimir a obreros y manifestantes opositores. También se ocupó de buscar nuevos periodistas: después de leer un cuento publicado por Caras y Caretas, hizo que Mateo Booz (Miguel Angel Correa), por entonces un oficinista de 20 años, ingresara en La República.
Cerrada la edición, Sánchez y Booz iban al Café El Numantino, de Córdoba y Laprida, a la vuelta de la imprenta del diario, ubicada en Maipú 835. Otro amigo del escritor era Cayetano Silva, quien luego escribió la música de su obra "Canillita" y con el que al parecer recorría los bares vecinos al viejo Mercado Central. A la vez, frecuentaba a Joaquín Lejarza, en cuya casa se hacían reuniones literarias.
Por entonces Rosario tenía 112 mil habitantes y atravesaba un período signado por el auge de la inmigración, la modernización de la ciudad (las obras del puerto, el parque Independencia) y los conflictos sociales. A Sánchez le gustaba recorrer esa ciudad en ebullición; su atención se centró en los ambientes obreros. Según Dardo Cúneo, "durante su estadía en Rosario, contribuyó a organizar los sindicatos de estibadores, zapateros, yerbateros, empajadores de damajuanas, y confraternizó con los vendedores de diarios". Tal vez sea una exageración, aunque hay circunstancias que avalan cierto protagonismo del dramaturgo: sobre todo su actuación como secretario del comité de huelga de los obreros de la Refinería Argentina.
Un vibrante manifiesto es la huella de la actuación de Sánchez en el conflicto. "Tenemos nuestros brazos y nuestra voluntad inquebrantable para defendernos y triunfar -decía-. Y cuando crean aplastarnos por el hambre, acordémonos que el pan y la libertad no se piden: se toman".
Schiffner perdió las elecciones, pero La República siguió editándose. En junio de 1902 los redactores se declararon en huelga; Sánchez era el director, pero se sumó a la protesta y fue despedido. De inmediato se incorporó junto con Mateo Booz a otro vespertino, La Epoca, que comenzó a salir el 12 de junio, dirigido por Ramón Cornell. A la vez escribió una obra de teatro, a la que llamó "La gente honesta".
No era la primera obra de Sánchez, ya que en 1897 había dado a conocer en Uruguay "Puertas adentro", una sátira de la moral burguesa planteada a través de la mirada de dos empleadas domésticas. El drama fue ofrecido a la compañía de Enrique Gil, que aceptó representarla; el estreno quedó fijado para el 26 de junio en el teatro Nuevo Politeama, ubicado en la calle Progreso (hoy Mitre) 750. Enseguida corrió un rumor inquietante: la pieza, subtitulada "sainete de costumbres rosarinas" satirizaba a políticos locales.
Un personaje llamado Chifle
La obra, en efecto, tenía un personaje llamado Chifle, que escarnecía a Schiffner. El drama está protagonizado por una joven burguesa que se propone descubrir in fraganti a su marido, un político mujeriego. La acción transcurre en el teatro Casino, símbolo de la mala vida del barrio Pichincha, y en la montañita del parque Independencia, sitio de citas nocturnas.
"La gente honesta" fue prohibida una hora antes de subir a escena, a instancias de Schiffner y por una ordenanza que censuraba todo tipo de obras que ridiculizaran a las autoridades. El Escuadrón de Seguridad ocupó la cuadra del teatro y desalojó al público. Unos días después, Sánchez fue atacado a golpes por desconocidos en la cortada Ricardone, "entonces oscura callejuela a propósito para traiciones y emboscadas", según Mateo Booz.
Leída hoy, la prohibición de la obra puede resultar sorprendente. El personaje de Schiffner es burdo, las obras del parque Independencia aparecen descalificadas, pero no hay mayor violencia en la burla. Por otra parte, publicaciones satíricas como La Cabrionera habían acostumbrado a la elite social y política rosarina a ser tratada con agresividad y desenfado. Sin embargo, "La gente honesta" mostraba una audacia desconocida y sutil. "Sánchez -dice Agustina Prieto, en un estudio sobre el período del escritor en Rosario- apuntó con su sainete a dos temas sensibles. Ridiculizó a Schiffner y con él a toda una clase social, burlándose de su doble moral y, sobre todo, de su origen reciente. Y se atrevió con el parque Independencia, el emprendimiento urbanístico más ambicioso del cambio de siglo".
Sánchez dejó Rosario a fines de 1902. Pero la ciudad no lo despidió nada mal. El 2 de octubre en el teatro La Comedia se representó por primera vez "Canillita", con lo que inició su brillante trayectoria como dramaturgo.