| | Editorial Los chicos quieren participar
| Algunos más tímidos, otros más desenvueltos, los chicos que representaron recientemente a América latina en el Foro de los Niños de la ONU, dejaron claramente establecida su vocación de participar en las decisiones que hacen a la vida cotidiana y futuro de las naciones y al mismo tiempo ser escuchados por los adultos. Es que ellos, pese a su juventud, se sienten seguros de saber lo que en verdad les hace falta. Más de 300 jóvenes de los cinco continentes participaron en Nueva York del Foro de los Niños, que precedió a la sesión especial sobre la infancia de la Conferencia de las Naciones Unidas, con mandatarios de todo el mundo. Fueron 69 los niños que representaron a América latina y el Caribe en el Foro, provenientes de 26 países. Una de las pocas excepciones, lamentablemente, fue la Argentina, que no envió delegados. Una joven representante de 14 años de Colombia dejó sentado que los niños de su país quieren ser forjadores de su futuro y que sería importante que les dieran participación en el campo de la educación, de la seguridad y de la protección de la infancia. Del mismo modo se pronunciaron chicos de México, Perú, Honduras y Paraguay. Resulta esperanzador que los jóvenes latinoamericanos, lejos de temer a involucrarse, se muestren decididos a hacer valer sus derechos. La única duda que exhiben se relaciona con el tratamiento que se les dará a sus sugerencias. Es que, dadas las condiciones hoy imperantes, se preguntan si los gobiernos aceptarán sus ideas y deseo de participación. Todos coincidieron en subrayar con insistencia que los gobiernos deben hacer más esfuerzos por mejorar la situación de sus niños, porque representan el futuro. Por eso uno de los temas principales de la sesión especial estuvo referido a los niños afectados por la guerra y la violencia. Pero la pobreza extrema se mostró como el problema más grave que afecta a toda la región. La respuesta que se espera es no sólo su reconocimiento sino el mejoramiento de la situación de millones de marginados y afectados por la explotación infantil. Una activa participación de los jóvenes puede constituir en el futuro una defensa común para que educación, salud y protección infantil sean una realidad. Claro que para que estos deseos se conviertan en realidad, son los gobiernos los que primeramente deben comprometerse a cambiar realmente una injusta realidad. Para eso será necesario invertir en la infancia con empleos para los padres. Así, los niños no tendrán que salir a trabajar. Para la mayoría de los participantes, el Foro de las Naciones Unidas para la Infancia tuvo una gran virtud. La de demostrar que construir un mundo mejor con los niños es posible. Resta ahora que los adultos escuchen lo mucho que ellos tienen que decir.
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