Marcelo Castaños / La Capital
Los profesionales de la salud rosarinos apoyan la norma que impone la receta de medicamentos genéricos, pero salieron al cruce del proyecto de ley provincial que busca imponer sanciones -incluso la quita de la matrícula- a quienes no la cumplan. El argumento es que no se puede imponer "de la noche al día" esta modalidad, que el paso del nombre comercial al de la monodroga implica "un proceso", y que corresponde adaptar todo el sistema sanitario a la norma, ya que "por más que un profesional recete la monodroga, la mayoría de las obras sociales no lo aceptan". Así se manifestaron Dardo Dorato, en representación de la Asociación Médica y del Sindicato Médico, y Enrique Ferrogiaro, por el Colegio de Odontólogos. Dorato llegó incluso a calificar de "extorsivo" al proyecto que está en la Cámara de Diputados con media sanción del Senado, mientras que Ferrogiaro lamentó que nadie haya consultado a los odontólogos rosarinos. La norma obligaría a médicos y odontólogos a recetar medicamentos "por su denominación genérica" -en relación a la monodroga- en vez de su nombre comercial, además de poner "su concentración, forma farmacéutica y cantidad de unidades por envase". También impondría sanciones a quienes no la cumplan, que van del apercibimiento y la suspensión hasta la censantía e inhabilidad del título. "Nos enteramos del proyecto por La Capital", confesó Dorato, quien recordó que esta ley pretende reemplazar a otra, promulgada a principio de los noventa, que "no era respetada ni siquiera por Iapos". El dirigente consideró propicio que se receten monodrogas, aunque aclaró que "esto implica un cambio cultural muy grande, teniendo en cuenta que durante décadas se recetó el nombre de fantasía". Pero también aportó un dato fundamental: "Alrededor de este tema no sólo están los médicos, sino los pacientes, las farmacias, las obras sociales y los laboratorios. No se trata de un cambio de actitud del médico solamente, porque si vamos al caso, un médico prescribe hoy la monodroga y después la obra social no le acepta al farmacéutico esa receta. Por eso el cambio tiene que ser cultural e integral", reflexionó. De igual forma se expresó Ferrogiaro, quien aprobó la idea de recetar la monodroga pero se quejó de la "compulsividad" con la que se quiere imponer la modalidad. "En líneas generales apoyamos una iniciativa así, siempre que se estipulen las correspondientes excepciones. La apoyamos en beneficio de la comunidad. Pero creemos que la compulsividad va en contra de la libertad profesional, sobre todo al principio cuando se requiere una etapa de concientización. No podemos darle la bienvenida a una norma que pretende decirle de la noche al día a un profesional que no podrá ejercer más porque recetó un nombre de fantasía. Hay que darle tiempo a este cambio", propuso.
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