Solidaridad e ingenio se imponen sobre alarmas y servicios de seguridad entre grupos de comerciantes de distintas zonas de la ciudad acuciados por los robos. Los dispositivos implementados apelan más a disuadir a los ladrones que a evitar la consumación de atracos ya que aseguran que frente a un arma apuntándoles a la cabeza las posibilidades de eludir el asalto quedan subyugadas por el miedo.
Ricardo Fernández tiene 22 años y posee una pequeña granja ubicada en jurisdicción de la comisaría 4ª. A dos meses de abrir, hace años, ladrones nocturnos le vaciaron el negocio: se llevaron la caja registradora, una balanza electrónica, una computadora, un televisor y otros elementos de valor de un almacén que se encontraba conectado al local a través de una puerta interna. Dos meses más tarde sufrió el primero de seis robos, cuatro de ellos a mano armada. En el último, ocurrido a principios del pasado mes de abril, la hermana del muchacho estaba sola frente al negocio.
A partir de ese momento el joven comerciante se planteó una estrategia integral: ubicó el mostrador frente a la puerta, redistribuyó los exhibidores, cambió la iluminación y, como corolario, contrató a un empleado para que permanezca en la puerta y produzca un efecto disuasivo en los potenciales ladrones.
Prevención efectiva
El empleado que contrató no es policía ni custodio, ni lleva armas. Tampoco tiene un físico voluminoso ni sabe de técnicas de defensa personal. "Si alguien quiere hacerlo entrar a la fuerza se va a armar algún alboroto, lo van a ver los vecinos, hasta pueden pararse autos", confía el comerciante.
Abrigado contra el viento, el empleado se queda afuera del negocio, observa la calle y así se hizo amigo de los vecinos que suelen quedarse en la puerta a charlar. El empleador espera que la presencia del muchacho, junto a la exposición del mostrador frente a las ventanas -que le permite ver hacia afuera y a la vez deja que desde la calle se aprecie lo que ocurre dentro- aporte a la hora de disuadir a los ladrones. Hace más de dos meses que lo logra.
A pocas cuadras, la estrategia de los comerciantes es menos individual. La presencia de una gran cantidad de negocios de distintos rubros -imprenta, quiniela, farmacia, juguetería y carnicería, entre ellos- les permite pensar en controles mutuos y concertados según los horarios y las costumbres. Incluso por las noches, después de padecer roturas de vidrios y faltantes difíciles de reponer, los propietarios de uno de los comercios hacen rondas para evitar escruches (robos no violentos).
Otros dos comercios ubicados en Maipú al 2300 decidieron conectarse a través de un timbre por si tienen problemas. Es que en el último robo que padeció uno de ellos el hombre quedó encerrado en su negocio y los ladrones lo obligaron a bajar las persianas y permanecieron largo rato dentro del local. Eso fue lo que lo decidió a contar con un mecanismo que le permita, al menos, pedir ayuda.
Comerciantes de Mendoza al 1200 también apelaron a la solidaridad y la disuasión. Acordaron vigilar la zona entre los trabajadores y muchos de ellos ubican a un empleado en la puerta. "Eso no sólo favorece el control, sino que desalienta a los ladrones", sostuvo Enrique Cavallín, vicepresidente de la Cámara de Comerciantes en artículos para el hogar, que tiene su local en esa zona.
Vidrieras opacas
Otra cara visible de los cambios que provoca la inseguridad en el paisaje urbano son los cambios en las vidrieras. Primero fueron las persianas enrejadas sobre los cristales. Pero no alcanzó. Ahora los locales apelan a placas de chapa expandida entre los vidrios y la mercadería, una tecnología que permite ver, aunque con menos transparencia. Dos tradicionales comercios, -una óptica de Santa Fe al 1400 y un comercio de artefactos de iluminación ubicado en Ituzaingó y Entre Ríos- echaron mano de ese método.
Otros negocios optaron directamente por persianas macizas. Esa fue la opción de varios locales ubicados al 300 de calle Corrientes, varios de ellos propiedad del presidente de la asociación de comerciantes de la avenida. "Después de las 21 queda todo ciego", señaló Héctor Vergara, quien resolvió adoptar la medida después de varios robos en los que los cristales quedaron hechos añicos, y los negocios, saqueados.