Walter Palena / La Capital
Alberto Natale no está demasiado entusiasmado con la reforma política que fogonea el gobierno y que ya dio un salto fundamental con la aprobación de la ley que establece elecciones internas obligatorias para todos los partidos políticos. El líder del Partido Demócrata Progresista (PDP) está convencido de que la iniciativa gubernamental no apunta a saciar el reclamo de cambio que exige un amplio sector de la sociedad, sino que responde a un esquema pergeñado por el oficialismo para saldar sus propias disputas. "Es un parchecito, un mecanismo tramposo para justificar el problema interno del PJ", denunció en una entrevista a La Capital.
El diputado demócrata progresista tampoco está de acuerdo con que en las próximas elecciones se renueven todos los cargos. Natale argumentó que se deben respetar los plazos que marca la Constitución nacional para la renovación parcial del Parlamento. "La acumulación de experiencia sirve para el ejercicio democrático", esgrimió, aunque no opinó lo mismo cuando se le planteó la posibilidad de que el gobierno de Eduardo Duhalde se vea obligado a adelantar las elecciones, fijadas para septiembre del 2003 por la Asamblea Legislativa que proclamó al bonaerense como presidente de la Nación. "Si en julio no hay definiciones concretas y positivas, habrá que ir preparándose para comicios anticipados", evaluó Natale.
-¿Por qué no está de acuerdo con las elecciones internas obligatorias?
-Por dos razones; una jurídica y otra de índole política. En el primer caso, un partido político es como una asociación civil o comercial, y son sus integrantes quienes deciden su conformación, no terceros ajenos a ellas. Para poner un ejemplo: es como exigirles a los socios de Newell's que elijan la comisión directiva de Rosario Central.
-¿Cuál es la razón política del rechazo?
-Los partidos que tienen la posibilidad de movilizar enormes recursos económicos y humanos, que gobiernan grandes ciudades y provincias, van a tener la tentación de gravitar en la elección de candidatos de otros partidos a través de mecanismos que son conocidos por todos.
-¿Se refiere al clientelismo?
-No sólo a eso. También a la posibilidad que gente que no milita en un partido intervenga en una interna de otros y reciban incentivos de cualquier naturaleza. Esto ocurre también en Estados Unidos. Si los norteamericanos practican estas trampas y las denuncian, ¡que nos puede esperar a los argentinos!.
-Según usted, ¿la ley fue hecha a medida para los dos grandes partidos?
-Especialmente para el justicialismo, y esto lo reconocieron ellos mismos. Inclusive, nadie dudaba durante el debate en el Congreso que el PJ lo hizo para resolver sus problemas internos. En el radicalismo hubo posiciones encontradas, pero igual acompañaron. Una vez más volvió a predominar la línea gravitante de la provincia de Buenos Aires.
-Según ese razonamiento, se trata de una ley demagógica...
-Se le quiere hacer creer a la población que se están cambiando las prácticas políticas viciosas que motivaron tantas objeciones. Para mí, la reforma política pasa por otras cuestiones: por hacer propuestas en serio, discutir ideas, dejar atrás polémicas de los años 70 y actuar con mentalidad moderna. Cuando días atrás el presidente uruguayo (Jorge Batlle) dijo que los argentinos hablan un lenguaje que ya no se utiliza más en el mundo, yo compartí ese juicio. Uno ve en la Cámara de Diputados que hay ciertos sectores que siguen con un discurso que ya no tiene vigencia.
-¿A qué se refiere concretamente?
-Hace poco tuvimos una larguísima discusión en el Parlamento sobre el voto de la Argentina en la OEA por el tema Cuba. Muchos diputados defendieron airadamente a Fidel Castro y lo que ocurre en ese país. Ahora, cuando veo gente que quiere emigrar, no percibo grandes colas en el consulado cubano, sino que hacen filas en las sedes diplomáticas de España, Italia y Estados Unidos. En todo el mundo el debate es mucho más acotado. Acá tendríamos que discutir cómo hacemos para erradicar el déficit fiscal, que ha sido la causa de la gran crisis económica que soporta el país; cómo se restablece el sistema financiero, porque un país no puede funcionar sin crédito. El debate político debería pasar por estos temas y no por los parchecitos, que no son más que un mecanismo tramposo para justificar el problema interno del PJ.
-¿Está de acuerdo con la renovación total de todos los cargos?
-No es acertado plantear disloques al sistema que marca la Constitución. Que no se entienda este argumento como un afán para conservar una banca de diputado. La renovación parcial cada dos años en el Parlamento responde a criterios institucionales. Alterar abruptamente los tiempos frente a la crisis no sirve para nada.
-¿Entonces tampoco es partidario de adelantar los comicios?
-Desgraciadamente pasaron seis meses y el gobierno de Duhalde no resolvió absolutamente nada. Lo único que hizo fue devaluar, con el resultado desastroso que ya conocemos. Si seguimos en esta situación el país va a vivir momentos mucho más difíciles.
-Entonces aquí sí es partidario de que se altere el cronograma fijado.
-Soy partidario de que el gobierno de Duhalde se decidiera de una vez por todas a gobernar. Si no lo hace, me parece que los tiempos se le van a agotar. Si en julio no hay definiciones muy concretas y positivas, creo que hay que ir preparándose para comicios anticipados.
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