Año CXXXV
 Nº 49.518
Rosario,
domingo  23 de
junio de 2002
Min -2º
Máx 13º
 
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Editorial
Antídotos de la crisis

En los discursos políticos o en las exposiciones económicas, habitualmente plagadas de tecnicismos, la crisis es reflejada mediante fríos términos abstractos que por su propia naturaleza suelen excluir el dolor concreto que sufre la gente. En realidad la crisis se visualiza -y la ve cada uno- si es que se abren los ojos, y esta no constituye una verdad de Perogrullo. Cuando se lo hace es posible percibir múltiples imágenes dolorosas, de las cuales las más dramáticas se vinculan con el impacto directo que la dura situación tiene sobre los niños. Muchos de los que ven, sin embargo, se refugian en la insensibilidad, ámbito cómodo para estos casos. Otros, en cambio, reaccionan con presteza y sus acciones, encaradas desde los planos más disímiles, pueden sintetizarse en las palabras solidaridad y ayuda. Ambos vocablos sirven perfectamente para definir la actitud de once docentes de la Escuela Especial Nº1.252, de Rosario. Ellas -porque son mujeres- donan una parte de sus salarios, que distan de ser altos, para dar de comer a sus alumnos.
Los chicos que concurren al establecimiento educacional tienen entre cinco y 16 años y padecen todo tipo de problemáticas, tanto mentales como motrices. Pertenecen a familias humildes, que no pueden atender sus requerimientos. Pero la mejor estampa de la realidad cotidiana en la Escuela Nº1.252 la dio una de las maestras cuando contó que días atrás -con cuatro grados de temperatura- una pequeña fue a la escuela en sandalias. Ante la crudeza de la situación que cotidianamente debe enfrentar, este grupo de docentes no eligió ni la claudicación ni la indiferencia. Por el contrario, tomó el toro por las astas. Más allá de su labor específica, el aporte extra que realizan es concreto y proviene, nada más y nada menos, que de sus propios sueldos. Y llega incluso más allá: porque, por ejemplo, para el pasado 20 de Junio prepararon empanadas y pastelitos con el fin de venderlos y destinar la recaudación a mejorar las condiciones de vida de sus alumnos.
La difusión periodística que tuvo este caso a través de La Capital no debe hacer perder de vista una realidad subyacente: sin dudas, son muchos más. Dar cuenta de todos ellos es tarea imposible, pero su segura existencia marca una pauta tan elogiable como significativa en lo que atañe al comportamiento social frente a la difícil coyuntura: muchos argentinos no son egoístas. Por el contrario, dan, dan y dan. Sin dudas, el mejor antídoto de la crisis.


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