Año CXXXV
 Nº 49.518
Rosario,
domingo  23 de
junio de 2002
Min -2º
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Catamarca: Dulces y tejidos
El sábado se realizará la Fiesta de San Pedro, en Fiambalá

Ramón Espilocin

El próximo sábado los catamarqueños celebrarán la tradicional Fiesta de San Pedro, que se festeja anualmente en Fiambalá, departamento Tinogasta, de la provincia de Catamarca. El encuentro es una excelente oportunidad para que todos los artesanos locales y de la zona oeste puedan exponer sus obras en madera y piedra, ponchos, dulces, confituras y tejidos.
La historia de la fiesta dice que en la época del dominio español, el capitán Domingo Carrizo se dedicaba al comercio, realizaba largos y penosos viajes en mulas al Alto Perú y Bolivia, adonde llevaba pasas y aguardiente, y traía artículos de Castilla, como muebles, platería y joyas.
En uno de esos viajes, en un pueblo perdido de Bolivia, tomó conocimiento que en una iglesia casi destruida, los indígenas adoraban a San Pedro, a quien brindaban cultos bárbaros con poca devoción.
Cuando Domingo Carrizo ingresó al santuario para orar y ver al santo, sintió el deseo de llevárselo con él, pero para ello le pidió que "si quería venir, a la medianoche debía dejar la puerta abierta del templo".
El capitán Domingo Carrizo regresó a la medianoche y las puertas de la iglesia estaban abiertas. Sin meditarlo levantó a San Pedro en su brazos, lo acomodó en una "petaca" de cuero y emprendió viaje, perseguido por los indígenas, quienes embravecidos trataban de recuperar a su patrono. Cuando era inminente su captura se levantó un fuerte viento y la polvareda desorientó a los nativos.
Carrizo continuó con su marcha por la Quebrada de Humahuaca (Jujuy), Salta, e ingresó a la quebrada de los Valles Calchaquíes, teniendo en su haber ya el primer milagro, es decir el haber logrado escapar de los indígenas. Luego de mucho peregrinar, con profunda fe religiosa, le pidió a San Pedro que le indicara dónde quería quedarse. Así fue que llegando a Fiambalá, la mula que transportaba la imagen, cayó al suelo, al lado de un frondoso algarrobo.
El capitán Carrizo se apeó y corrió para levantar a la mula, pero le fue imposible debido al peso de la carga. Pidió ayuda, pero todos los intentos fueron en vano. Acto seguido sintió que ésa era la señal que le enviaba San Pedro y que ése era el lugar en que quería quedarse. Tal era la devoción, que en su testamento redactado el 17 de agosto de 1795, ordenó los expendios con que se deberá mantener el templo de San Pedro y además su deseo de que su cuerpo fuera sepultado en el mismo edificio. (Télam).



Una de las típicas cascadas serranas en Fiambalá.
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