Ricardo Roda (*)
Los grandes conjuntos de viviendas existentes en Rosario (Grandoli y Gutiérrez, Metalúrgico 7 de Septiembre, 1º de Mayo, Lagos y Rueda, barrio de la Carne, bulevar Seguí), fueron inaugurados hace más de 20 años atrás y ocupados por jefes de familia empleados del cordón industrial. Se trataba en general de obreros de muy buenos salarios. De una época en que si renunciaban a las vacaciones y cobraban horas extras, o bien sumaban sueldo y aguinaldo, quizá llegaban a cambiar el auto. La mayoría de aquellos obreros resultó despedida en estas décadas más cercanas y la indemnización que recibió puede que haya servido para comprar un taxi o montar un kiosco que luego quebró. Los hijos, que ahora cuentan entre 20 y 30 años, en general no tienen inserción laboral y es muy difícil que hayan generado algún oficio o seguido algún estudio. ¿Cómo subsisten hoy?: a través de changas, rebusques, razón por la cual decenas de departamentos se transformaron en comercios improvisados dedicados a la venta de empanadas, roscas u otros productos. En el mejor de los casos, sus mujeres tendrán mejor suerte y podrán trabajar en el servicio doméstico. Los hijos de estas parejas (nietos del antiguo obrero) son los que se multiplican por las tardes frente a los domicilios y pueblan los jardines y espacios comunes charlando entre ellos, en otra postal característica de esos barrios. El deterioro del nivel de vida en los Fonavi muestra el resultado de la destrucción de los puestos de trabajo. El golpe para estas familias resultó duro, tanto o más frustrante que la pobreza estructural que para otros arranca desde la infancia. Quizá no debamos referirnos a esos jefes de familia como “desocupados”, sino como “trabajadores sin trabajo”. Nuestra prédica, desde la Dirección Provincial de Vivienda, es que las familias sean solidarias entre ellas. Que ante la escasez de recursos se reúnan, aparezca el electricista, plomero, mecánico o jardinero, que seguramente hay, y organicen así el mantenimiento de los espacios comunes. Algún día llegará, seguramente, una Argentina que reedite aquellos años de perspectivas y futuro promisorio. (*) Delegado de la Dirección Provincial de Vivienda y Urbanismo
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