"¿Y vos dónde trabajás?". El empleado judicial Gustavo Alfredo Ríos jamás imaginó que la respuesta a esta pregunta lo llevaría a estar 11 horas en una comisaría, donde lo trataron como un delincuente común y le abrieron un sumario por resistencia a la autoridad y amenazas. Ríos, que tiene 39 años y es empleado de un juzgado de Menores, estaba en Ovidio Lagos y 27 de Febrero cuando dos policías de la seccional 5ª le pidieron que se identificara. Como no tenía documentos, uno de los uniformados quiso saber dónde trabajaba y él respondió: "En los Tribunales". Después todo se pareció a una pesadilla. El policía reaccionó y comenzó a insultarlo. "Qué vas a trabajar en los Tribunales, negro de mierda", disparó mientras lo esposaba con los brazos atrás como si fuera un asaltante o un homicida. Lo llevaron a la seccional de Italia al 2100 y durante una noche entera le dejaron en claro cuál era el motivo que los había impulsado a detenerlo. Era demasiado morocho para que creyeran que no estaba haciendo nada y que encima trabajara para el Poder Judicial. El delito de Ríos consistió en ir a esperar a su mujer, que venía de San Nicolás, a la parada de colectivos. Es lo que estaba haciendo cuando lo abordaron los policías de la 5ª. Ni bien admitió que no llevaba sus documentos, otro gravísimo delito que al parecer lo convierte en un sujeto de cuidado, uno de ellos lo pateó en los pies. Luego los insultos ya no pararían. "¿Qué, me vas a denunciar?", le disparó el mismo agente que lo pateó y lo trató de "negro de mierda" mientras viajaban hacia la seccional. Al llegar la cosa se puso más pesada. "Cuando entremos te voy a cagar a palos y ahí me vas a decir qué hacés", bramó el uniformado. Por último, ya fuera de sí, agregó: "Voy a hacer que te rompan el culo ahí adentro". Eran un poco más de las 11 de la noche del lunes 17 y en la comisaría Ríos vio a un suboficial en cuya placa de identificación se leía el apellido Plomer. Ese hombre preguntó a sus colegas por qué lo habían traído y el mismo que lo detuvo respondió: "Uno que dice que trabaja en los Tribunales. Tené cuidado, a ver si te denuncia". Plomer quiso saber si era cierto que trabajaba como empleado judicial y Ríos lo ratificó. Fue entonces cuando escuchó una nueva amenaza. "Con ustedes está todo mal así que ojo con lo que hacés", disparó el uniformado. Luego ocurrió algo extraño. Otro suboficial de apellido Sosa habló con Ríos e intentó justificar la reacción de su compañero. "Quedáte tranquilo, te averiguamos los antecedentes y te vas. Este tiene un mal día". Después le negaron el teléfono para llamar a su familia y también un baño ("A ver si te dejás de joder, acomodate en el fondo que tenés para toda la noche"), y más tarde tuvieron el único gesto humanitario: dejaron a su novia que lo viera unos instantes en la celda. Cuando ya amanecía lo sacaron de la celda y lo llevaron a la guardia. Allí encontró a un amigo, a su mujer y al abogado Aldo Gómez, a quien conoce de los Tribunales. También allí le comunicaron que estaba acusado de resistencia a la autoridad. Lo largaron a las 9 de la mañana, casi 11 horas después del arresto por averiguación de antecedentes. Ahora, con el patrocinio del abogado Rafael Tamous, Ríos denunció el caso ante el fiscal Ismael Mamfrín, quien ya recomendó la apertura de una causa al juez de Instrucción Carlos Triglia. "Quiero que esto se investigue hasta las últimas consecuencias", le dijo ayer a La Capital . Y reconoció que el incidente le causó "mucho miedo".
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