Sevilla. - Los líderes de la Unión Europea rechazaron los planteos más duros sobre la inmigración ilegal, como sancionar a los países pobres que no cooperen en la lucha contra este fenómeno.
España, país anfitrión y a cargo de la presidencia semestral de la UE que termina este mes, decidió salvar el encuentro al hacer retirar las mociones más duras. Estas eran impulsadas, además de por la propia España, por Italia, Gran Bretaña y Alemania. Sin embargo, alarmados por el respaldo popular a los partidos populistas contrarios a la inmigración, los líderes de los Quince respaldaron las propuestas para establecer controles fronterizos más estrictos y acordaron presionar a terceros países para lograr su cooperación.
Fuentes diplomáticas dijeron que el canciller alemán, Gerhard Schröder, que enfrenta una dura batalla por su reelección en septiembre, fue quien más insistió en imponer multas a los países que no cumplan estos controles.
Gran Bretaña y España también querían que el bloque retirase la ayuda a las naciones que no combatan a las mafias que trafican con seres humanos y no acojan de nuevo a los ciudadanos deportados de la UE, pero esta medida fue rechazada tras una dura oposición de Francia, Suecia y otros países.
Incentivos en vez de castigos
"No habrá ninguna sanción", dijo el primer ministro sueco, el socialdemócrata Goran Persson, sobre un texto final que los jefes de gobierno y de Estado aprobarán hoy. Las medidas de castigo son "inútiles" y usar la ayuda internacional como presión sobre los países subdesarrollados dañaría la credibilidad del bloque, dijo el sueco.
El ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Piqué, cuyo país preside la cumbre de Sevilla, dijo que los líderes de la UE probablemente aceptarían que la inacción de los países no miembros debería tener consecuencias. "Si un país sistemáticamente infringe los acuerdos, es decir, rompe las reglas del juego, entonces la UE se reserva el derecho de ver si debería haber consecuencias de tal comportamiento", advirtió.
El ministro británico de Relaciones Exteriores, Jack Straw, reconoció que la mayoría de los líderes querían que la UE se centrase en incentivos positivos para premiar la cooperación de otros países en lugar de en el castigo. "Lo que la mayoría de las personas tiene en mente es un condicionamiento positivo. Los países conseguirán más ayuda si cumplen con estos acuerdos de cooperación", consideró Straw.
Grupos de derechos humanos y algunos legisladores europeos acusaron a los líderes de la UE de fomentar la extrema derecha, que ha conseguido recientes avances electorales en Francia, Holanda, Dinamarca e Italia.
Pero Straw restó importancia a las críticas. Los diplomáticos dijeron que los líderes de la UE darían instrucciones a sus ministerios de Interior para acelerar las decisiones sobre la política común de asilo e inmigración del bloque, donde los intereses nacionales han anulado cualquier progreso.
La mayoría de los gobiernos de la UE introdujo las llamadas políticas de "inmigración cero" a mediados de los 70, debido a la crisis económica, dejando pocas vías legales para entrar, aparte de los sistemas de asilo, agrupamientos familiares o matrimonio.
La inmigración legal neta al bloque -cuya población es de 375 millones de personas- era de unas 680.000 en 2000, el año más reciente del que existen cifras. El número de refugiados que buscan asilo en la UE cayó a 384.530 en 2001 desde un punto álgido de 675.460 en 1992, según las cifras del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
Los recientes golpes contra la inmigración ilegal en aeropuertos de la UE y terminales de contenedores han mostrado la llegada creciente de inmigrantes clandestinos, que ansían sumarse a la rica economía comunitaria. (Reuters y AFP)