Washington. - Centenares de estadounidenses se plegaron a la Jihad (guerra santa) declarada contra su país por grupos fundamentalistas islámicos con bases en el exterior pero capaces de atraer y alistar a jóvenes que suelen proceder de sectores marginales.
Un ejemplo de este fenómeno se presentó esta semana con el anuncio del arresto de un estadounidense de origen puertorriqueño de 31 años, nacido en Brooklyn (Nueva York), que se convirtió al Islam en prisión.
Aparentemente reclutado por la red Al Qaeda de Osama Bin Laden, José Padilla, convertido en Abdalá al-Mouhajir, es sospechoso de haber planeado un atentado con una bomba radiológica o "sucia" en EEUU.
Según el semanario U.S. News and World Report, el interés de algunos estadounidenses hacia la Jihad comenzó hace unas dos décadas, mucho antes del arresto de Padilla y los realizados en Afganistán a fines de 2001, de los dos "talibanes estadounidenses", el californiano John Walker Lindh, de 21 años, y Yasser Esam Hamdi, de 22, de origen saudita pero nacido en Baton-Rouge, Luisiana (sur). "Hay una ruta estadounidense que lleva al Jihad", afirma el semanario, que revela en su edición del 10 de junio que a principios de los 90, entre 1.000 y 2.000 fundamentalistas abandonaron EEUU.
Entrenados en Pakistán y Afganistán
Desde 1989, unas 400 personas reclutadas en EEUU fueron entrenadas en Pakistán y Afganistán, según la revista. "Potencialmente hay decenas de otros Padilla en las prisiones estadounidenses", declaró por su parte Rick Ross, instalado en Nueva Jersey (este), quien consagra su vida a devolver a sus padres a jóvenes integrados a movimientos extremistas religiosos o neonazis.
Según él, el terreno de preferencia de los grupos musulmanes extremistas es la prisión, donde los detenidos tienen libertad para reunirse con religiosos que los atiborran de ideales y material de lectura. "También hay aquí gente que predica una versión radical del Islam en las mezquitas, ciertas escuelas o en ciertos centros culturales islámicos", explicó Matt Levitt, un ex agente del FBI especializado en contraterrorismo.
Según Ross, esos "agentes reclutadores" buscan prioritariamente "gente desamparada, ofreciéndole apoyo, la redención y la identificación con un grupo".
El jeque ciego Omar Abdel Rahman, condenado a cadena perpetua por el primer ataque contra el World Trade Center (febrero de 1993), predicó en una mezquita de Brooklyn después de su arribo a EEUU en 1990. Sus discípulos tomaron luego el control de una asociación caritativa. Según el U.S. News, unos 200 estadounidenses que transitaron por ese centro se habrían integrado a los mujahidines.
La publicación menciona una decena de terroristas musulmanes que -a diferencia de los autores de los atentados del 11 de septiembre- nacieron o se naturalizaron como ciudadanos estadounidenses y se educaron en el país, donde se casaron y tuvieron hijos.
Internet también es un medio para tomar contacto con esas personas. Una página islámica (www.azzam.com) da noticias de la "Jihad en Afganistán", cuenta "Crónicas de la Jihad", difunde mapas de las "tierras de la Jihad" y alienta a los internautas a contactarse por e-mail.
Esta libertad de maniobra podría desaparecer en gran parte. Las nuevas directivas del Departamento de Justicia al FBI le permiten principalmente entrar en las mezquitas, un centro cultural o una ceremonia privada.
Ironía de la historia: fue EEUU quien alentó al movimiento islámico a principios de los 80 para combatir a los soviéticos en Afganistán. Unos 25.000 combatientes se habrían integrado a la "guerra santa", el más conocido de los cuales sigue siendo Osama Bin Laden. (AFP)