Mientras siguen sonando las cacerolas y el "que se vayan todos", desde el empresariado argentino se multiplican las voces que plantean una modificación del rol de este sector en la sociedad y en la generación de políticas. En esta búsqueda de ocupar el vacío de ideas que está dejando el poder político tradicional, se enmarca un proyecto que pilotea el boquense Mauricio Macri a través de la Fundación Creer y Crecer, un think tank que está abocado a la generación de un programa concreto de gobierno. Para ello pasó por Rosario Francisco de Narváez, quien secunda a Macri en esa entidad, para participar de una cena foro organizada por Fundación Libertad que reunió a lo más granado del empresariado local. En diálogo con La Capital, el ex titular de Casa Tía dijo que el trabajo no es para apoyar una candidatura del presidente de Boca (algo que por el momento se niega), sino que está a disposición de "cualquier persona o gobierno", evidenciando el nuevo rol que quiere asumir el establishment vernáculo.
Con recursos discursivos articulados de manera bastante similar a los que se escuchan en boca de los políticos, Narváez desgrana su pensamiento sobre la actual coyuntura y las vías para que la Argentina salga del estancamiento "social, político y económico".
En el plano político, el empresario desea que el presidente Duhalde logre estabilizar al país lo suficiente como para poder llegar a las elecciones del año que viene. Pero, reclama que "se transparenten los procedimientos y se realice en la política la renovación que está pidiendo la gente".
En lo económico, el problema es la desconfianza. "Mientras los argentinos no tengamos confianza en la continuidad de un proceso que nos identifique y estemos involucrados, la actividad económica no va a funcionar porque uno finalmente invierte en un país, no invierte en un determinado sector de la economía, o en una compañía, hoy el país es un todo y hoy tiene tremendas dudas de cuál es el futuro que vamos a tener", explica Narváez. Y agrega que "hasta que no se produzca el recambio a través de un proceso electoral será imposible pensar en una reactivación económica".
Yendo a un plano más coyuntural, Narváez criticó la forma en que se implementó la devaluación y el repudio de la deuda. A la vez, enfatizó que "la dolarización ya es historia", porque "Argentina hoy ya no tiene reservas para hacerla".
Aseguró ser "partidarios de un tipo de cambio flotante", pero aclaró que "es sólo un instrumento, que no tiene ningún sentido si además no se hace una reforma política", ya que "la moneda es un símbolo con el cual hacemos transacciones, pero en el fondo lo que hemos roto es el pacto entre los argentinos, y hasta que no lo recompongamos, la economía es una consecuencia".
La transformación política
El discurso de Narváez no se despega de la íntima relación entre lo político, lo social y lo económico. "Los países no mueren sino que agonizan, en la economía tenemos ya cinco años de recesión, en lo social índices de una posguerra, pero lo político se mantiene sin mella en una caja rígida, cuando el reclamo de la gente es que se vayan todos", resume. Pero asegura que "la política va a tener que transformarse, es lo que va a pasar".
De todas formas, el empresario descree de los beneficios de un eventual adelantamiento de las elecciones. Sí cree en la necesidad de que se dejen atrás "las candidaturas mesiánicas", y confía en que "los candidatos deben y van a estar apoyados por programas, equipos y propuestas concretas". En ese sentido, asegura que "quienes hoy se están presentando como potenciales candidatos empiezan a hablar de equipos, programas y propuestas, y eso es un paso enorme".
Respecto del rol que les cupo a los empresarios en las políticas implementadas en los últimos doce años, Narváez admite que "el desentendimiento que hubo entre los hombres de negocios, en términos de su involucramiento de la definición de políticas y en la atención de dar el debate en donde hay que darlo en tiempo y momento, fue un error".
Al respecto, señala que se debieron haber rechazado los cambios que hubo en las reglas de juego, y cita a modo de ejemplos la ampliación de la Corte Suprema que implementó Menem apenas llegó al poder, y también el deslazamiento de Pedro Pou de la presidencia del Banco Central. "Los empresarios hicimos el peor negocio del mundo porque logramos un mercado destruido, no hay consumidores en Argentina, no hay inversores, y entonces el valor que supuestamente se creó es cero".