Año CXXXV
 Nº 49.511
Rosario,
domingo  16 de
junio de 2002
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La morosidad es alta, pero menor que en el primer trimestre de este año
El 30% de los consorcistas no paga los gastos centrales
El efecto de las deudas: impuestos atrasados, roces entre vecinos y un parate en las obras de mantenimiento

Silvina Dezorzi / La Capital

El 30 por ciento de los habitantes de departamentos rosarinos no paga los gastos centrales y en algunos grandes monobloques ese porcentaje llega al 40. La morosidad en los consorcios no es una novedad en la ciudad: tan alta llegó a ser que, según concuerda la mayoría de los administradores rosarinos, en el primer trimestre de este año alcanzó a la mitad de los departamentos. El incumplimiento con el fondo común, sumado a la inflación, trae problemas: desde atrasos en el pago de impuestos y paralización de obras de mantenimiento, hasta disputas entre los propios consorcistas, que llegan a pergeñar castigos para sus vecinos morosos (ver recuadro).
"Hay muchos casos en los que los gastos centrales no se pueden pagar porque hay que privilegiar otras cosas, pero a veces te enterás de que el mismo que no paga desde hace dos meses se fue con toda la familia a Brasil", dispara Ana María, una consorcista del macrocentro.
En general, los deudores figuran con nombre y apellido en los resúmenes mensuales de los gastos centrales que elaboran los administradores. "A nadie le gusta aparecer, pero también es nuestra obligación rendir cuenta a los consorcistas: se trata de un detalle y no de un escrache", explica Jorge Kaial, titular de una firma que lleva las cuentas de unos 40 edificios rosarinos.
Todas las administraciones consultadas por La Capital acuerdan en que la morosidad es muy alta, entre el 30 y el 40 por ciento, pero al menos bajó respecto del primer trimestre de este año. "Aparte de la deuda que ya venía acumulada desde fines de 2001, el corralito y la devaluación llevaron a una morosidad que entre enero y marzo llegó al 50 por ciento", afirmaron desde la administración Pagano.
"Durante esos meses, el que tenía un peso en el bolsillo ni pensaba en pagar los gastos centrales", coincidió Kaial. Luego, las Lecop y su incorporación a la cadena de pagos frenaron un poco la morosidad. "Cómo habrá sido, que cuando llegamos al 30 por ciento de morosos respiramos un poco más aliviados", señaló.
Las administraciones de consorcios intentan regularizar el pago de las expensas y contemplan planes de pago con muchas cuotas, incluso con quita de intereses, para quienes se atrasaron.
En rigor, Kaial admite que muchos reglamentos de consorcio permitirían suspender la prestación de servicios a quienes no aportan a los gastos comunes. Según el titular de la Cámara de Propiedad Horizontal de la provincia, Carlos Ziadi, aunque esa no es una práctica habitual en los edificios más céntricos, sí suele ocurrir en pequeños consorcios de barrio.
"No alentamos las situaciones de escrache porque se ejercería violencia sobre gente que suele estar atravesando situaciones muy difíciles, como quedarse sin trabajo", reflexiona Kaial. Sí se da, en cambio, que los vecinos que cumplen con los pagos, al enterarse por las liquidaciones de quiénes son los morosos, vayan a tocar el timbre a sus vecinos.
Los efectos de la morosidad se suman a la inflación, que llevó los artículos de limpieza por las nubes. "En algunos edificios los impuestos se pagan en el último vencimiento y hace rato que se pararon las obras de mantenimiento que no sean indispensables", aclara Ziadi.
Mientras se puede, las deudas se cubren con los llamados fondos de reserva. "Los que pagan en general son tolerantes, aunque no dejan de sentir que ellos bancan, además de la crisis propia, las ajenas", dicen los administradores.


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